viernes, 16 de junio de 2017
JOSÉ SOLLA
Prácticamente toda su trayectoria artística, ha transcurrido en Suramérica, donde residió desde 1950, si bien recobrado para Galicia en la década de los ochenta, ha realizado varias exposiciones que confirmaron a un pintor cuajado, imaginativo, lírico, erótico a veces, excelente conocedor de la mejor tradición europea y del arte autóctono hispanoamericano, que ha absorvido para darle una expresión muy personal. José Solla estudió en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín A. Malharro, con el profesor Demetrio Urruchúa, maestro de tantos excelentes artistas de origen gallego. Realizó su primera muestra en 1964. Concurrió a las Bienales de Pontevedra de 1973, 1974 y 1976.
En la segunda edición internacional de este importante certamen consiguió la Medalla de Oro. Otros galardones los obtuvo Solla en Caserta, Italia; en Buenos Aires, Mar del Plata y Salta, en Argentina. La exposición que confirmó su categoría de pintor cuajado y personalísimo la realizó en el Centro Cultural de Caixavigo, en 1990, dentro de la serie de Grandes Artistas Gallegos. Está representado en museos de Suramérica, Brasil, México, Chile, Estados Unidos, Italia, y en los de Pontevedra y Vigo. Solla es a un tiempo lírico y expresionista. Sus paisajes, habitualmente marinas, más intuiciones que representaciones, son de una levedad exquisita, danzante, de materia delgadísima y sentidos a modo mural. Las composiciones de figuras, en cambio, son barroquizantes, abigarradas, con fuerte carga erótica y un mundo de esperpéntico, claro que deliberado. Se apoya en un dibujo de gran soltura, lo que le permite complejidades sorprendentes, con evasiones a lo oníroco.
Seres imaginarios, inspirados en mitologías precolombinas, pueblan espacios ideales y son como trasnadas en las que al fin está el gallego soñador, evocativo, que Solla lleva dentro desde su infancia mirando a la ría de Pontevedra. Es acuarelista consumado, de grafismo directo en la mancha, capaz de crear mundo ideales en los que hay pájaros totémicos y seres alados que deambulan por espacios sugeridos por una imaginación desbordante. Un pintor multiforme, inconfundible, atractivo, de obra muy bien hecha, porque sabe refrenar el torrente de su imaginación para asentarlo en ámbitos diferentes, donde lo grotesco se humaniza y lo humano se desborda en mitologías imprecisables.
Afundación
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