lunes, 28 de diciembre de 2020

Marisa Roësset Velasco





(Madrid, 1904-1976). Pintora española que cultivó el retrato y los temas religiosos. Se formó en la madrileña Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde fue alumna de Fernando Álvarez de Sotomayor, José María López Mezquita y Daniel Vázquez Díaz. Participó en numerosas exposiciones y certámenes artísticos y se dio a conocer en el Liceum Club Femenino
Remitió sus obras a la exposición celebrada en el Museo Nacional de Arte Moderno de Madrid en 1929 y dos años más tarde al concurso de Pintura, Escultura y Grabado organizado por el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue galardonada con sendas terceras medallas en las Exposiciones Nacionales de 1924 y 1929, por los lienzos titulados Autorretrato y Reposo; asimismo, obtuvo una segunda en la edición de 1941 por el lienzo titulado La Anunciación.

Presentó sus obras en la exposición del Women International Art Club en 1947 y un año después en la Internacional de Buenos Aires.

MUSEO NACIONAL DEL PRADO



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https://tribunafeminista.elplural.com/2017/09/marisa-roesset-y-velasco/

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Rosario de Velasco




 Madrid, 1904– Barcelona, 1991. 

Realiza sus primeros estudios con el pintor Fernando Álvarez de Sotomayor. En 1931 participa en el 11º Salón de Otoño de la Asociación de Pintores y Escultores de Madrid y obtiene la segunda medalla de pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1932 con el lienzo Adán y Eva, datado en ese mismo año y custodiado en la actualidad en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Esta composición ejemplifica lo más representativo de la obra realizada por la pintora con anterioridad a la guerra civil, y se centra en la representación de dos personajes, un hombre y una mujer, recostados en una pradera, sobre una tupida vegetación que recuerda la elaborada factura del aduanero Rousseau. 

Por esas mismas fechas se integra en la agrupación Artistas de Acción, formada además por los pintores Horacio Ferrer,  Aureliano Arronte, Juan Borrás, Cobo Barquera, Ricardo Summers (Serny) y Marisa Pinazo, cuya primera exposición tiene lugar en  las salas del periódico El Heraldo de Madrid.


Asimismo en 1932, Velasco forma parte de la muestra organizada en Valencia por la Sociedad de Artistas Ibéricos bajo el subtítulo de Pintura Novecentista en Valencia. En ese mismo año lo hará en otras dos de las exposiciones de los Ibéricos, la inaugurada en Copenhague y la celebrada en la galería Flechteim de Berlín entre diciembre de 1932 y enero de 1933. En esta última, a la que concurren igualmente artistas como Vázquez Díaz, Gutiérrez Solana o Arturo Souto, presenta de nuevo el óleo Adán y Eva, que había sido incluido previamente en la muestra de Copenhague junto con otra obra titulada Naturaleza muerta

En 1934 participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Rosario de Velasco, que iba a realizar durante toda su trayectoria plástica una producción figurativa, en el periodo anterior al año 1936 se aproxima al realismo de los colectivos identificados con la corriente europea del “retorno al orden”, como la Nueva objetividad alemana o los italianos Valori Plastici. Si bien la iconografía de la artista se inspirará siempre en los motivos pictóricos tradicionales (naturalezas muertas, composiciones con figuras...), la aproximación a esos mismos temas se caracteriza en estos momentos por un innovador tratamiento formal, que incluye los aspectos técnicos y el empleo del color.

 

Tras contraer matrimonio en plena Guerra Civil con el médico catalán Xavier Farrerons, se instala en Barcelona. En 1939 acude con tres obras a la Exposición Nacional de Pintura y Escultura, celebrada en Valencia, participando después en la edición de 1941, año en que también lleva a cabo algunos frescos, actualmente destruidos. Expone en la Bienal de Venecia (1942) y es seleccionada por Eugenio D'Ors para mostrar su obra en el II Salón de los Once (1944), inaugurado en la madrileña galería Biosca, y en el que también se presentan piezas de Torres García, Pablo Gargallo, Benjamín Palencia, Eduardo Vicente o Rafael Zabaleta, entre otros. 

Participa en la Nacional de Bellas Artes de 1945 y en la Pittsburgh International Exhibition. La galería Biosca le dedica una muestra individual en 1971. En Barcelona expondrá en La Casa del Libro (1944), en las galerías Syra y las salas Gaspar y Parés (1977) y en el Cau de la Carreta de Sitges (1981 y 1988). En 1968 es galardonada con el Premio San Jorge. Como ilustradora, destacan sus colaboraciones para la revista Vértice, así como sus originales para las publicaciones Cuentos para soñar, de María Teresa León (1928), y Princesas del martirio, de Concha Espina (Ed.


Real Academia de la Historia

martes, 22 de diciembre de 2020

Adela Ginés y Ortiz

(Madrid, 1847-1923). Pintora y escultora española. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y fue discípula de Carlos de Haes y Sebastián Gessa. Fue profesora en la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y practicó el paisaje y la pintura de bodegones, especialmente los floreros. 

Se presentó con asiduidad a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, consiguió mención honorífica en 1887 y 1895, en la especialidad de pintura, en 1892 en escultura y tercera medalla en 1895 y 1899, también en escultura. Obtuvo tercera medalla en 1897 en la especialidad de pintura, con el óleo El presidio (naturaleza muerta con gallo, gallinas y uvas), y en 1901 con el cuadro Casa de vecindad, galardón que repitió en 1912. En 1899 obtuvo una mención honorífica en la Exposición Universal de París.


Museo del Prado

lunes, 14 de diciembre de 2020

Norah Borges


 


Nacida el 4 de marzo de 1901, como Leonor Fanny Borges Acevedo, en el barrio porteño de Palermo, es su hermano Jorge Luis quien la rebautiza como Norah. Estudió en Suiza a causa del tratamiento que su padre realizaba allí contra la ceguera, aquella misma enfermedad que heredaría el escritor. 

Luego se instaló en España, donde tuvo la posibilidad de frecuentar los círculos intelectuales de la vanguardia ultraísta de los años 20, cuyo objetivo era la renovación de los postulados literarios; algunos de sus elementos: el uso exagerado de metáforas, tecnicismos, neologismos, odas a los nuevos inventos de la época, una distinta disposición de las palabras para que los poemas, por ejemplo, formaran a su vez figuras abstractas.

Sin embargo, Norah Borges dejó el campo literario para su hermano -tal vez, evitando celos y competencias- y abrazó por completo las artes plásticas. La familia estuvo doce años en Europa (en Ginebra, Madrid, Sevilla y Mallorca) y Norah aprovechó para formarse en las distintas artes , sobre todo, en pintura y dibujo. En Buenos Aires, inspirada por aquellas tertulias ultraístas, se alejó de lo cotidiano para crear algo más que lo esperado.

“Norah Borges constituye una rara excepción dentro de la historia del arte argentino, debido a que su presencia en las décadas de auge de las vanguardias internacionales le permitió acompañar a personajes de la relevancia de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Gabriela Mistral, y a los jóvenes poetas de renovación de España y de la Argentina, y establecer un diálogo plástico con los movimientos artísticos de esos años”

Uno de esos sentidos puede observarse en sus pinturas, con las que intentó plasmar una forma distinta de representar y mirar. Los colores pasteles como el rosa, celeste, amarillo, verde limón y ocre se repiten casi siempre, para dar forma (con un trazo muy claro y definido) a jóvenes personajes que habitan un espacio, donde la perspectiva no parece ser una preocupación.
Estas figuras irrumpen el cuadro con gesto serio y pensativo, como si posaran en plena contemplación o reflexión; quizá, sobre la imposibilidad de la absoluta perfección, algo que para la artista era de gran importancia: “Solo puede dar alegría la representación de un mundo perfecto donde todo esté ordenado, de contornos nítidos, de colores limpios, de forma definidas y de detalles minuciosos hasta la exaltación”. Ejemplos de ello son sus Balconcitos y zaguanes (1933); sus Paisajes (1946 y 1958); y la Vieja quinta (1966), en la que se observa una joven mujer recostada, disfrutando de unas frutas al aire libre, siempre en posición introspectiva.

En la Argentina, como hizo en España, Norah frecuentó a muchos de los intelectuales del momento. Entre ellos, a Adolfo Bioy Casares, Eduardo Mallea, Victoria y Silvina Ocampo, Oliverio Girondo, entre otros. Nunca fue una mera acompañante. Las ideas que surgían en cada encuentro se transformaron en más lienzos, dibujos y, con el auge editorial argentino, incursionó en la técnica de la ilustración. 

A partir de ahí, se lució dándole forma a las distintas tapas de libros y publicaciones que hicieron historia en el mundo de las letras, como Fervor de Buenos Aires, el primer libro de su hermano Borges; Platero y yo, de Juan Ramón Giménez; La hija del tiempo, de Nelia Gardner White, y portadas de revistas argentinas y españolas como Martín Fierro, Grecia, Ultra y Baleares.

En estas ilustraciones, casi como sucede en muchas de sus xilografías y dibujos, se reconoce el interés de Norah por determinadas arquitecturas, fachadas de edificios, infraestructuras de exterior y personajes que asoman desde un trazo limpio y un tanto naif. Por su parte, ayudó a representar y a darle forma a ese Buenos Aires que su hermano inmortalizó en palabras.

Amor de colores

“En mis cuadros, he pintado jovencitos silenciosos que viven esperando el amor. Y el amor no les llega en mis cuadros, pero ellos lo están esperando. Eso pinto”, dijo Norah una vez. Ella, por su parte, lo encontró en España donde se casó en 1928 con el escritor y crítico madrileño, Guillermo de Torre. Hay quienes dicen que también vivió eclipsada por la fama de su marido, quien logró convertirse en un gran referente de la Generación del 27.

Norah le dedicó varias pinturas. También ilustró algunos de sus libros, como el poemario Hélices (1923).

Manuel Pinedo: alter ego de Norah Borges

Entre 1946 y 1947, Norah incursionó en la crítica de artes, en la revista Los anales de Buenos Aires. Sin embargo, lo hizo con el seudónimo de Manuel Pinedo. Jamás quiso firmar con su verdadero nombre por la humildad que le profesaba a su hermano. Ella sabía que el escritor era él y nunca quiso reconocerse como tal. A propósito, el autor de El Aleph siempre agradeció esa inmensa delicadeza en cartas y otros escritos.

Desde sus columnas, reflexionó y echó un poco de luz sobre obras de distintos artistas de la Argentina y del exterior, como Cándido Portinari, Onofrio Pacenza, Raquel Forner, Antonio Berni y Ramón Gómez Cornet, entre muchos otros.  

Últimos años y reivindicación

A sus 97 años, todavía envuelta en aquel bajo perfil y poco reconocida por el canon del arte nacional, murió el 20 de julio de 1998. Sus restos descansan en el Cementerio de la Recoleta, en el panteón de la familia Borges. Hoy, sin embargo, la historia y el MNBA la rescatan de las sombras que padeció por años para incorporarla, de ahora en más, en el panteón de las grandes mujeres artistas de la Argentina.






sábado, 12 de diciembre de 2020

Delhy Tejero

(Toro, 1904-Madrid, 1968)

Formó parte de los principios de la vanguardia artística española. Adela Tejero Bedate, que a partir de 1929 firmará como ‘Delhy’, encarna la figura de la mujer moderna pero, como sucede en el caso de no pocas artistas de aquel tiempo, su nombre y su trabajo permanecen ocultos entre las tinieblas de los libros de la Historia del Arte. Tras iniciarse en su ciudad natal, amplia formación en la Escuela de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, donde en 1929 obtiene su graduación y en 1931 es nombrada profesora interina de Pintura Mural en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Pero pronto destaca como ilustradora de publicaciones de la época.


Al iniciarse la Guerra Civil marcha al extranjero, viaja por ciudades italianas y en París entra en contacto con el mundo surrealista, participando en exposiciones colectivas junto a Oscar Domínguez, Joan Miró, Man Ray, Chagall y otros grandes maestros. Y en 1953, ya en España, participa en la I Exposición de Arte Abstracto celebrada en Santander junto a Manolo Millares, y Saura, entre otros. En 1954 exhibe so obra en la Bienal de La Habana junto a Vázquez Díaz, Benjamín Palencia y Gargallo; y un año después las salas de la Dirección General de Bellas Artes recogen la muestra más completa y significativa de su trayectoria profesional.

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La artista que dijo “no” a Pilar Primo de Rivera

La española Dehly Tejero, que expuso con los surrealistas en la exposición internacional de París, rechazó la fama y convertirse en la Ávalos del franquismo por sus ideales.


Delhy (pseudónimo de su verdadero nombre, Adela) formó parte de la generación de la Residencia de Señoritas de María de Maeztu. Había nacido en 1904 en Toro (Zamora), donde muy pronto sufrió, junto a sus dos hermanas, la pérdida de su madre. Cuando por fin logró trasladarse a Madrid, pronto destacó como ilustradora: en 1928, ya colaboraba en revistas como Blanco y NegroCrónica o La Esfera. Paralelamente, en el entorno de la Residencia conoció a Lorca, Alberti, Clara Campoamor, y entabló una gran amistad con Josefina Carabias, Martina Romero y Mariquiña Valle-Inclán. Delhy pronto se vio atraída por el muralismo, que estudió durante sus primeros viajes a París y Bruselas. Mientras tanto, experimentó con diversas técnicas, como la "delcomanía", que en 1939 sería atribuida a Óscar Domínguez.

La Guerra Civil la sorprendió en Marruecos, y vivió toda una odisea hasta que pudo regresar a Toro. Su llamativo aspecto, sus uñas pintadas de azul marino, la ropa confeccionada por ella misma, su forma de fumar en boquilla y su actitud desenvuelta hicieron que las autoridades de Salamanca desconfiaran de que fuera realmente miembro de una destacada familia toresana. Tuvo que pasar un interrogatorio por parte de los militares para demostrar que efectivamente conocía a gente que vivía allí.

Durante unos meses recibió algunos encargos del nuevo régimen, como un mural para el hotel Condestable de Burgos, pero rechazó el encargo de Pilar Primo de Rivera de otro para el castillo de La Mota. En palabras de su sobrina, María Dolores Vila, "tenía una especie de aversión instintiva al franquismo, aunque ella no era en absoluto roja; sólo republicana, que era en lo que se había formado. Pensaba que aquella guerra iba a durar poco y no se quería involucrar. Tenía la rebeldía del artista. Podría haber sido la Ávalos del régimen", en referencia al emblemático escultor del Valle de los Caídos.

Tenía una especie de aversión instintiva al franquismo, aunque ella no era en absoluto roja; sólo republicana, que era en lo que se había formado

En su lugar, pidió permiso para ir a Italia; entre otros lugares, vivió en Capri, donde trabó amistad con Axel Munthe, el filántropo sueco que hizo de su casa en San Michele un extraño oasis en una Europa que se desmoronaba. Estuvo además en París, donde visitó el Pabellón Español de la Exposición Internacional y conoció a Picasso, y donde se integró en las frenéticas tertulias artísticas y literarias del momento.


Sin embargo, siempre incómoda en todos los lugares, a finales de 1939 volvió a Madrid, donde se instaló en un estudio del Palacio de la Prensa, en la plaza del Callao. A partir de ahí, su trayectoria artística reflejó la influencia de la teosofía, que la llevó a ahondar en una espiritualidad que la hizo destruir parte de su obra anterior, marcada por la corporalidad. En 1952 participó en la exposición de arte abstracto de Santander junto a Saura o Miralles, pero nunca llegó a formar parte activa de ninguno de los grupos artísticos del momento. Además, aprovechó un viaje en los sesenta a París, ya enferma, para intentar borrar los frescos inspirados en desnudos pompeyanos que había realizado en los treinta


En realidad, Delhy Tejero terminó marcada por su extrema individualidad, que llevó a todos los aspectos de su vida. Soltera y sin hijos y tremendamente independiente, dudaba sin embargo de que sus contemporáneas estuvieran preparadas para construir una sociedad nueva. Aunque continuó colaborando en prensa, pintando y recibiendo encargos para murales, tampoco se significó explícitamente como adepta al régimen. Además, su condición de mujer tampoco la ayudó: terminó convertida en una rara avis, una presencia más o menos constante y tolerada pero que, a su muerte en 1968, enfocó un rápido olvido que vino a unirse al de muchas de las artistas y nombres femeninos de la generación rota por la guerra.


En un momento en el que elegir bando parecía la única forma de aspirar al reconocimiento, aunque fuera sólo de una parte, ella prefirió aislarse y seguir sólo el camino que le marcaba su obsesión por la búsqueda artística constante: "Hay que empezar por donde ha terminado el último. No hay que copiar a nadie sino conocer lo que han hecho todos los mejores y superarlos. Hay que crear lo que no ha hecho nadie", dejó escrito en uno de sus Cuadernines.

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Teresa Condeminas

Barcelona, 27.II.1905 – 24.I.2002. Pintora.

De temprana vocación, acudió a la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona para realizar estudios artísticos.


Alumna de Félix Mestres y Vicente Borrás, destacó por su gran dominio en la técnica del dibujo.

En 1931 es becada por la Fundación Amigó-Cuyàs.

Se casó con el también pintor Lluis Muntané. Heredera de la estética novecentista, el clasicismo académico resultará el aspecto más relevante de su obra pictórica.


En esta línea, la captación sobre el lienzo del desnudo femenino abarcará gran parte de la producción primeriza. Modelará sus figuras con una precisa sutileza de trazo, aplicando sobre ellas un efecto cromático con el que conseguirá reflejar los matices de la piel con gran realismo. El magnífico juego de claroscuro realzará el conjunto de la expresividad plástica.

Las protagonistas, punto de atención único de la composición, muestran su anatomía en actitud relajada y un tanto distante. En torno a ellas, la pintora diseña una estenografía neutra que refuerza su papel principal en la obra. A lo largo de su trayectoria, la artista cultivará otras fuentes temáticas como el bodegón, técnica que le permitirá experimentar con los recursos lumínicos, el retrato y la pintura de paisajes. A partir de los años cincuenta se interesa por la pintura religiosa y realiza algunas obras murales. Aventajada estudiante, forma parte del grupo fundacional Associació d’Art en torno a 1926.

Es premiada con las medallas Masriera y Fortuny en la época de formación y galardonada en las exposiciones nacionales de Bellas Artes de Madrid de 1934 y 1950. Participa en la Bienal de Venecia de 1940, en la Exposición de Arte Español de Berlín en 1941 y Buenos Aires en 1947. Este mismo año presenta su primera exposición individual en la Sala Gaspar de Barcelona. Entre 1969 y 1984 expone con cierta regularidad en las Galerías Augusta.


Real Academia de la Historia