Desde la antigüedad hasta mitad del siglo XX se utilizaron las sanguijuelas, bichos de boca chupadora, provista de 90 dientes, como instrumento de sangría
Y fue en esa época, los años 50, cuando ocurrió este hecho verídico que os voy a contar. Sucedió en Pontevedra, ciudad pequeña y provinciana, donde, aún hoy en día, la gente se conoce y se saluda. Es decir esos sitios donde además de ser hay que parecer. En el momento que ocurrió esta historia, las cosas eran lo que eran, el cine era cine y el teatro teatro, televisión no había.
Las peluquerías eran locales donde el peluquero tocaba la guitarra y cantaba, además de ser lugar de inventar y propagar historias. Enfrente de la peluquería de "Pepe el largo" (conocido así por su gran tamaño), estaba la botica de Román Cachafeiro, hombre de aspecto y caracter agrio
Un día, el farmaceutico, Sr Cachafeiro, recibió una llamada telefónica:
¿La farmacia Cachafeiro? Preguntó una voz masculina
Si, digame usted, respondió el boticario con voz cortante
¿Tienen ustedes sanguijuelas? Preguntó la voz
Pues claro... el farmaceutico miró al techo como preguntandose quien sería el estúpido
¿Son buenas? Siguió preguntando la voz
Todo lo que hay aquí es bueno, respondió el Sr Cachafeiro ya a gritos
Bueno, dijo la voz calmada, pues, por favor, escoja cinco gorditas y se las coloca usted en los cojones
Todo el que pasó por la acera, delante de la farmacia, durante la hora siguiente, pudo escuchar los gritos y blasfemias del Sr Cachafeiro
Al cabo de unas horas volvió a sonar el teléfono...
-Oiga, es ahí la farmacia Cachafeiro? Si, respondió el boticario con un grito
- ¿Es usted el boticario? Si, claro
Le habla el inspector Germán Montalvo. Hemos recibido varias denuncias de personas de Pontevedra y provincia acerca de bromas pesadas y creemos que usted es uno de los damnificados.
Si señor, dijo en voz baja el boticario
Bien, prosigo, dijo el inspector. Cuenteme usted lo que le ha ocurrido
Pues bien, Sr Inspector, dijo Cachafeiro convencido de que los indeseables serian objeto de prisión mayor... Me llamaron y me preguntaron si tenía sanguijuelas
Y? Preguntó el inspector
Pues, nada, dijeron que escogiera cinco y que me las pusiera en mis partes- Cachafeiro ya hablaba en todo de confesión
¿Que partes? Especifique usted, gritó el Inspector Montalvo
Pues, que me las pusiera en los cojones, susurró avergonzado Cachafeiro
¿A que hora ocurrió eso? Presionó el inspector
Serían sobre las doce, más o menos, declaró Cachafeiro
Bien, dijo el inspector como si hubiera descubierto un crimen- Son las cinco de la tarde, es hora de que se las quite usted
No me contaron que fue de la vida del boticario Sr Cachafeiro solo se comentó que la botica estuvo cerrada largo tiempo
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