miércoles, 19 de octubre de 2016

Ángela de la Cruz



Ángela de la Cruz (La Coruña, 1965) nunca ha sido una persona corriente. "Siempre me sentí diferente", asegura desde su estudio en Londres, en la zona de Portobello. Sólo así se entiende que esta gallega se haya convertido en una de las artistas españolas más reconocidas internacionalmente y que su actual condición física no le haya impedido seguir creando obras del más alto nivel, codiciadas por coleccionistas de todo el mundo.

De la Cruz sufrió una hemorragia cerebral en 2006, embarazada de dos meses. Aquel bebé es hoy una niña de diez años, pero Ángela pasó 17 meses ingresada en un hospital intentando recuperarse de unos daños muy severos. Hoy se mueve en silla de ruedas y ha tenido que aprender a hablar de nuevo, pero transmite una tremenda energía y conserva un buen humor contagioso. Su cabeza y sus manos, lo que necesita para crear, siguen a pleno rendimiento. "Cada cual es libre de sentirse como quiere. Yo casi me muero, así que cada día lo cuento como un día más que vivo".


Infancia Ángela se ríe a carcajadas cuando recuerda su niñez. Dice que era una niña inquieta que casi siempre estaba castigada. Fue a colegios privados -ahora su hija va en Londres a un colegio público porque "quiero que aprenda lo que es la diversidad", dice- y acabó aceptando estudiar algo "serio" para no defraudar a su familia. "Siempre quise ser una artista, pero yo era un poco gamberra, así que la opción de estudiar Filosofía, en lugar de Arte, parecía más segura para mis padres", recuerda.



Ángela no acabó la carrera. Se marchó a Londres en octubre de 1987 "porque allí se estaban yendo todos mis amigos", recuerda. Quería disfrutar de la ciudad, ir a fiestas y estudiar Arte. Estudió en el Goldsmiths College y pronto empezó a exponer y a moverse en los círculos más vanguardistas. Londres la atrapó y allí sigue, donde vive con su pareja de toda la vida, Gerry, y con su hija. "Mi vida está aquí", dice al ser pregunta por un posible futuro en España.

Su gran golpe de efecto llegó en 2010, cuando fue nominada al Premio Turner, el más prestigioso en Reino Unido, que reconoce al artista más destacado cada año. Desde entonces su obra cotiza en máximos. "Estar nominada me ha hecho más conocida internacionalmente. Ahora vendo más", reconoce.



En la última edición de ARCO, la feria de arte contemporáneo de Madrid, dos de sus piezas fueron vendidas por 60.000 euros, una cantidad que pocos artistas logran en España. La obra de De la Cruz está representada por galerías muy consolidadas en cinco países, entre ellas Helga de Alvear, en Madrid, y Lisson Gallery, en Londres. "Tengo mucho respeto por el trabajo de las galerías", asegura la artista. "Vender de forma independiente sería impensable", dice, aunque reconoce que el 50% de los ingresos de sus obras van a parar a los galeristas.



En noviembre, Helga de Alvear organizó una exposición con diez obras suyas, con precios de entre 15.000 y 60.000 euros. "Su obra es muy original, porque mezcla lo pictórico con lo escultórico y creemos que funcionará muy bien", explica Violeta Janeiro, de la galería madrileña. En febrero de 2015 se celebró en La Coruña una amplia retrospectiva sobre la artista y en marzo la galería Carreras Múgica organizó una exposición en Bilbao.
En su taller de Portobello se agolpan algunas de las piezas que serán expuestas próximamente en España. Un equipo de seis ayudantes colabora en la realización de estas obras. "Siempre trabajé en equipo, aunque ahora necesito más gente", indica. Algunas de las piezas incorporan la nueva técnica de la artista, aluminio de gran volumen y brillantes colores. "Lo que más me inspira es la vida cotidiana", dice la artista. "A veces me basta con sentarme en un jardín", sentencia.


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