jueves, 6 de octubre de 2016
HISTORIA DE UNA HERIDA
Ays que triste realidad! El sol brilla, la mar está en calma y yo temo salir a la calle. Coja de la izquierda, tuerta de la derecha y todo eso sin esperanza de recibir compensación por heridas de guerra.
El otro día abrí la puerta, de una alacena en la parte alta, y antes de volver a pensar en lo que estaba buscando, salió el bote disparado hacia mi cabeza y comprobé como el suelo de mi cocina se había cubierto de estrellas. Me palpé la cara y con la mano cubierta de sangre fui al espejo del baño a comprobar los daños. Reflexioné durante un rato ¿Como puede ser que un bote sea redondo y pueda abrir una brecha en una ceja totalmente horizontal?
¿Y ahora qué? La izquierda hecha una pena y la derecha desparramada. Queda el Zentrum pero visto lo visto, eso ni tocarlo...
Bueno, sigo con mis dolores. Ya no tengo madre para contarle mis penas, aunque pensandolo bien, la Lola seguro que me diría "¿Y para que pones los botes allí arriba?- así que me fue al FACEBOOK que es una red muy apañadita para esas cosas. Apenas había acabado de contar mi accidente ya me respondió mi amiga virtual mexicana, Consuelo..."Ponte un bistec!" Ah, pues si, que recuerdo esa cura de los tebeos. Ayer, pasadas 24 horas, retiré la carne... la brecha sigue ahí, pero la hinchazón ha bajado al párpado y del ojo solo se puede ver una ligera línea como las de los gatos cuando están a punto de dormir
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