lunes, 10 de octubre de 2016

ANTONIO LAGO RIVERA


 CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE LAGO RIVERA

  (A Coruña  1916 - París  1990)
Inició sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de A Coruña, continuándolos en la Escuela de Bellas Artes de Madrid (1939-1943). Sus primeras obras son paisajes de su ciudad natal y alrededores, bodegones con delicadas transparencias e interiores, en los que ya hay un estudio de la perspectiva y el espacio. En Madrid aprende a desarrollar temas como el desnudo y el paisaje.
A medidos de la década de los cuarenta, su obra va a caracterizarse por una temática cotidiana: tranvías, tiovivos y grupos de niñas y mujeres.


 Abandona los paisajes, los colores opacos y opta por un cromatismo potente, más próximo a los fauves. Su paleta se llena de luz y claridad.
En 1945 obtuvo una Beca de la Deputación da Coruña y otra del Gobierno Francés para estudiar pintura al fresco en la École de Beaux Arts de París. Este paso fue decisivo para su evolución pictórica. Allí conoció a José Guerrero junto al que expuso en varias ocasiones. Por estos años también se vinculó a la Galería Buchholz de Madrid. La galería Buchholz era un local que en aquel momento apostaba por valores jóvenes como Planes, Guerrero, Palazuelo o el propio Lago y que, desgraciadamente, el dueño se vio obligado a abandonar a mediados del año 1951 debido a la poca acogida que tuvieron las nuevas propuestas. 

En esta época la pintura de Lago Rivera se oponía a la pintura oficial con una figuración de tono idealista y poético, de temas sencillos y sobrios,  colores y formas suaves. Crea una naturaleza irreal para así poder poetizarla. Sus retratos femeninos son de colores puros, muy bellos y novedosos. 
En 1947 regresó a Madrid y trabajó en el Liceo Francés como profesor de Dibujo. Este mismo año Lago y Guerrero exponen en la Galería Altarriba de París.


 A esta muestra llevó paisajes y  figuras, recreándose en un lenguaje de formas sencillas. Es la época de los amarillos vibrantes, contrastados con verdes y azules. Realiza unos murales para la Feria del Campo de Madrid, en los que se despoja de toda alusión figurativa y opta por una abstracción geométrica de colores fuertes. El cuadro se reduce a planos y líneas en composiciones severas y monocromas donde el único contraste procede de la gradación del color. En estos años expone en la Bienal de São Paulo y en la Carnegie International. 

Paulatinamente empieza a interesarse por el informalismo lírico y el valor expresivo de la mancha. Su pintura se situó muy cerca del tachismo francés. En 1955 presentó en la Galería Arnaud de París unas obras con ritmos de manchas y trazos sobre fondos azules o blanco, en los que había una geometría pura de manchas de color rojo, azul y amarillo. En 1956 realiza una incursión en el informalismo. Utiliza la espátula, y principalmente tonos de grises, en gruesas capas de manchas superpuestas. Posteriormente las manchas aparecerían como flotando en el espacio, fingiendo una sensación de dinamismo.



En los años 60 regresó a la figuración con temática de marinas, bodegones y parejas que abordará durante el resto de su trayectoria. Volvió, en definitiva, al lirismo figurativo. En el año 1963, obtuvo la beca Juan March y expuso con más frecuencia por España. En esta época su obra se desarrolla en tonalidades rosas y azules. Este mismo año se estableció en Altea (Alicante), por prescripción facultativa. 

A partir de los años 70, su obra se caracteriza por una gran delicadeza y una paleta muy suave de tonos fríos (grises y azules). La temática habitual es tratada con intimismo y sensibilidad.
Sus últimos años, constituyen su “Etapa crítica”: los perfiles se recortan y agudizan, las expresiones humanas se vuelven torvas. Reincorpora a la paleta los tonos cálidos sin abandonar las tonalidades frías, ni el Blanco Titán. En los cuadros de este periodo muestra una burguesía conservadora de doble moral y el deshumanizado vivir de las masas humanas con un tono irónico y tragicómico. 

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