Hoy, en la VOZ DE GALICIA, nos recuerdan que esto de "la pertinaz sequía no es nada nuevo". En las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX, la ciudadanía estaba a merced del cielo. Cuando la falta de lluvia era muy grave se imploraba la intervención divina. Se hacían rogativas y se sacaban a los santos en procesión.
En 1890 hubo tal sequía que causó gravísimos daños a los viñedos de Galicia y Portugal y algunas poblaciones se quedaron sin suministro para el necesario consumo. La desesperación era tanta que hasta pidieron al gobierno "que mandara llover"
No hay comentarios:
Publicar un comentario