domingo, 7 de junio de 2015

O LORO

Finalizaron las clases y fui a pasar el verano con mis abuelos. Metí el loro en su jaula y lo llevé.

Al llegar a Barciademera mi abuelo creo que estaba más entusiasmado con el loro que conmigo. Me ayudó a colocarlo en la sala y ya no tuve que preocuparme más por el animal. El abuelo le llevaba uvas, manzanas, maiz y el loro le llamaba Papáaaaaaaaaa, papaaaaaaaaaaaa tan pronto lo veía. Hablaban y hablaban y el abuelo creo que se llegó a convencer que el loro lo entendía.

Por las tardes yo iba a jugar a la plaza y un día llevé el loro. No se si fue para que el animal tomara el sol o para que los demás niños sintieran envidia de mi. Cogí un paraguas y lo meti en las varillas y cuando llegué al San Amaro lo dejé en el palco de la música. Todos los niños diciendole cosas al loro y el loro repitiendo lo que ya sabía....papáaaaaaa, loritoooo, lorito borrachooooo. El encanto duró media hora y todos volvimos a nuestras cosas, los niños a jugar al futbol y las niñas leíamos cuentos con Angeles que estaba en una camilla al sol. No sabiamos bien lo que le pasaba pero no podía andar.

De repente apareció corriendo, colorado como un tomate, Jose Maria do Caxil: Socorro, socorroooo, gritaba- José dos Folgos esta matando a María da costureira.

Todos nos quedamos mirando...

Los hombres que estaban jugando a las cartas delante de la taberna de Secundina empezaron a reirse. El niño, con la cara a punto de estallar, seguía gritando.

-El cura, D. Eduardo, que estaba hablando con el maestro en la plaza, lo cogió por un brazo y dijo: Calla niño, no pasa nada. Que si, Sr. cura, que lo vi con mis propios ojos, que José dos Folgos está encima de María da Costureira y le está pegando. Que están alli, debajo de la viña.

Todos se morían de la risa como tontos. Nosotros no entendiamos nada. Un hombre estaba matando una mujer y .......¿ellos se reian?

Estabamos enfadadísimos, llenos de ira -¿Quien podía entender a los mayores?

En ese momento estalló un cohete y el loro, que ya habíamos olvidado, pasó volando por encima de nuestras cabezas.

Cuando llegué a casa mi abuelo solo preguntó ¿Has perdido el lorito?

No me habló durante unos días y en casa hubo un disgusto como si se hubiese muerto alguien de la familia.

Pasaron los días y cuando el loro ya estaba olvidado, apareció por casa Joaquina do Xanelas. Joaquina era prima de mi abuelo y madrina de mi padre. Como Joaquina y mi abuela eran comadres se trataban con mucho respeto.

Estaban las dos hablando en el patio, mientras Joaquina acababa de limpiar un pollo que mi abuela acababa de matar.

A mi abuela le gustaba que ella rematara esos trabajos porque Joaquina ponia unas gafas en la punta de la nariz y no quedaba ni una pluma, por muy pequeña que fuera.

Sra Adelaida dijo- ¿sabe que mañana empieza una novena por las almas de los difuntos?- Dijo

Ah si?- A mi abuela le importaba muy poco las cosas de iglesia, ella nunca iba.

Si, continuó la Sra Joaquina - ¿No se ha enterado usted que hay almas penando? Se escuchan en la carballeira. Tienen que ser almas de niños porque se pasan toda la noche gritando, papá, papaaaaaaaaaa.


Sali corriendo a buscar a Anita do Canelas. Era mayor, tenía por lo menos 20 años. Tan pronto abrí la boca, cogió una escalera y nos fuimos a la Carballeira.

El loro cuando nos vio hizo una fiesta. Lo cogimos, lo metimos en la jaula y allí se quedó el resto del verano.

LA NOVENA FUE MILAGROSA, SOLO FUE EMPEZAR Y LAS ALMAS DE LOS DIFUNTOS DESAPARECIERON.

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