domingo, 7 de junio de 2015

LA TRANQUILIDAD DE LA ALDEA



Mi padre siempre habla de la "tranquilidad de la aldea". Esos tópicos de siempre. "El tiempo no se tiene en cuenta" "no se siente ruido", "no pasa nada"
Me acuerdo cuando fui con María Rosa a un velatorio. Había muerto Pepe da Xata y la abuela nos mando ir a dar el pésame a la viuda. Fui contenta, porque tambien iban con nosotras Lola do Antoniño, Xosefiña do Alén y Celeste do Mouriño.
Era una noche de luna llena. Parecía de día. Lola do Antoniño dijo: "Yo ya sabía que iba a morir", "estaban los pàjaros de la muerte delante de la casa, lo mismo que estaban cuando se murió mi tía"
¿Los pájaros de la muerte?- Pregunté llena de miedo
Si, cuando alguien va a morir aparecen unos pájaros negros y los perros aullan, y cuando sucede eso, lo mejor es abrir las ventanas para que el alma se marche...
¿El alma se marcha por la ventana? Pregunté
Lola respondió un poco enfadada por mis preguntas. Claro que se marchan por la ventana, ¿Por donde se van a ir? Y lo mejor es abrir y no poner obstaculos. Las cosas son así.
Yo iba pensando. Pues vaya con la tranquilidad de la aldea... La noche que le estuvimos sacando las hojas a las espigas dijeron que había unos bichos "saramajantas" (salamandras), que sI te mordían en un tobillo ya te quedabas sin pierna. Xosefiña dijo que el cruce de caminos do Portafurado aparecía la santa compaña en las noches de luna llena.
Yo tenía buen cuidado de llevar siempre zuecos, aunque fuera verano, para que no me mordieran las "saramajantas" y cuando la abuela me mandaba con la leche al San Amaro iba y volvia corriendo para que no me cogieran los de la Santa Compaña. Ahora ya no solo tenía que ver para el suelo, ahora tenía que preocuparme de no encontrar a los pájaros de la muerte...
Al llegar a la Costarela las estrellas empezaron a temblar. Me quedé un rato mirando para el cielo. El espectaculo mas maravilloso que había visto en mi vida estaba sucediendo delante de mis ojos. Las estrellas se movían, parecían los fuegos de Bouzas.
Corre! Dijo Lola, agarrandome de un brazo.
¿Que pasa? Pregunté
Corre y no preguntes que puede caer una y nos aplasta.
Llegamos a la casa del difunto sin respiración. Era una casa muy pobre, una cabaña.
La caja estaba encima de unas sillas en una cocina con el suelo de tierra. Alrededor había unas mujeres todas vestidas de negro con pañuelos en la cabeza. Al vernos una gritó: "Ahhhhhhh era tan bueno"!
Estaban rezando, con rosarios en las manos. Tenían unas copas de aguardiente delante y pasaban el tiempo entre tragos, suspiros y gritos. De vez en cuando, una de ellas, le sacaba las moscas de la cara del difunto con una ramita de olivo.
Al volver me agarré fuerte a la mano de María Rosa y cuando llegamos a casa dijo "bueno, acuestate conmigo"

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