Carlos MASIDE (1897-1958)
De temperamento reflexivo
será el gran referente del arte renovador. Dibujante de viñetas para El Faro de Vigo y El Pueblo Gallego de Vigo, ilustrador de libros entre los que podemos
citar De catro
a catro de Manuel Antonio o Retrincos de Castelao dentro de un lenguaje ligado
al expresionismo; viaja a Madrid y París, becado por la Diputación de
Pontevedra; en esta última ciudad Maside se pone en
relación con las vanguardias históricas, desde el impresionismo y posimpresionismo, las huellas de Cezanne,
de Gauguín, el color de los fauves,
el cubismo, sobre todo las revisiones que de este movimiento realiza Léger, con el surrealismo y la vitalidad permanente de los constructivistas europeos, las lecciones de Kandisky y sobre todo con el expresionismo alemán y el
“orden clásico”.
Evoluciona desde una obra
delicada hacia perfiles duros y angulosos, composiciones violentas; se aparta
de la influencia de Castelao, aproximándose a los
grabados xilográficos de los expresionistas alemanes. Conocedor de la técnica
del grabado sobre madera realizará numerosas obras empleando esta técnica. El
carácter ornamental de la estampa japonesa influye en Maside
al igual que la estética del modernismo que traduce a sus cuadros mediante
líneas sutiles, carácter decorativo y vibrante cromatismo en este sentido
podemos citar Mercado, estampa que realiza en 1927.
En 1930 pinta Muller sentada (Museo Quiñones de
León-Vigo) técnica al óleo, de formas plenas y toscas, parece estar esculpida
en granito. Sólida, inexpresiva, sin detalles ni folklorismo,
refleja el duro trabajo de la mujer en el campo. Es como un monumento a la
mujer campesina, predomina el efecto de masa reforzado con un color denso
impartido mediante pequeños toques como queriendo recordar la tosca textura de
la piedra. Esta obra que estamos comentando tiene clara relación con la escultura
de EIROA, amigo de Maside que realiza obras de
formas redondeadas conectadas con las que realiza Maillol
o Clará vinculadas con el mediterraneísmo.
La obra de Carlos Maside se proyecta a través de
volúmenes cerrados, envueltos en sí mismos, eliminando la línea recta mostrando
un extraordinario dominio del volumen sobre el espacio bidimensional.
La serenidad, la calma, el
silencio simbolizan una sociedad sin prisa; el estatismo, la profunda volumetria que hace desaparecer los trazos anatómicos y
psicológicos, supone un argumento novedoso, además del tratamiento técnico que
no oculta la fortaleza de la ejecución y muestra una concepción pictórica que
se rebela contra el academicismo. El estatismo intemporalizado
coincide con la recuperación de los conceptos neocubistas,
con la valoración de las formas cezannianas y con la
monumentalidad del clasicismo de Picasso. La veta primitivista, el arcaísmo de
la “talla”, la ingenuidad provocada y la capacidad expresionista de las formas
y del color que lo vinculan con los fauves está implicado
en una valoración antropológica de una psique gallega, matizado todo ello a
través de un realismo diferencial.
Su lenguaje adquiere resonancias de los desnudos picassianos
de los años veinte, destacando la tosquedad técnica de sus formas. Su obra es
considerada piedra angular de la generación, que resume las intenciones
expresivas de nuestros pintores renovadores.
La guerra y la
implantación posterior de la Dictadura aíslan cruelmente a este artista que ve
como sus compañeros mueren en la contienda o son exiliados acontecimientos, que
le influyen extraordinariamente; mantendrá una estrecha relación epistolar con Luís Seoane que se encuentra en
el exilio hasta su muerte.
La primera exposición realizada por Maside después de la guerra civil (1936-1939) data da 1945, su obra tiende a la geometrización y a la composición de planos de intensa luminosidad y cromatismo, debido sobre todo a la influencia de sus lecturas sobre Kandinsky, propuestas teóricas maduradas en la experiencia constructivista de la Bauhaus, expectativas dadás, conceptos formales de los Delaunay. En 1950 realiza otra vesrsión de Mercado en donde encontramos de nuevo el interés por la temática popular, aunque pierden definición los volúmenes compactos, los perfiles de gruesas líneas se difuminan y el color adquiere con su autonomía más protagonismo, un color muy iluminado y que multiplica los antiguos destellos fauvistas. Maside juega con los volúmenes tratados con la luz y con la estridencia cromática, incidiendo en la valoración revisada del neocubismo. Las formas aparecen sintetizadas por la línea y recuperan la ingenuidad y el sentido primitivo.
Información- EPA Pontevedra
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