Llevo unas tres semanas trabajando en Cabify . Hoy, una mujer joven perteneciente al universo de la farándula famosil, me recrimina con vehemencia utilizar el aire acondicionado en el coche por, según sus propias palabras, perpetrar "un crimen contra la naturaleza". Mientras rugía el motor de gasolina del Lexus que la transportaba a través del atasco de la hora punta, mi réplica permaneció cancaneando en el éter. No obstante, me disculpé. Si esta celebridad hubiera caminado el kilómetro y medio que le separaba de su hotel al restaurante, la única huella de carbono que hubiese generado sería la de su propia respiración y tal vez la de alguna aristocrática y fugitiva flatulencia. Sé que es una anécdota bastante tonta, pero necesitaba desahogarme.
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