Al segundo, las malvadas gaviotas y palomas planean en vuelos rasantes sobre mi cabeza y atacan el pan sin contemplaciones. Veo con asombro como en medio de la pelea, los pequeños gorriones se llevan sus raciones
Ayer, mi vecino, el panadero del bajo, salió indignado y me gritó. No le entendía mucho pero estaba claro que me reñía.
- Voy a llamar a la policía. (eso si le entendí)
- Bien llámala, grité
Joer! Alucinante! Aún no había guardado el teléfono cuando dos guapos mozos uniformados estaban abajo con sus impolutas motos.
Escucharon el discurso del panadero y mirando para arriba gritaron: NO LE PUEDE ECHAR COMIDA A LAS PALOMAS
Me dio tal ataque de risa que los polis subieron a sus vehículos y se largaron.
- Una víctima más del confinamiento, opinarían...
Busqué en internet y comprobé que NO SE PUEDE DAR DE COMER A LAS PALOMAS...
Pero me imaginé ante un juez:
- Señoria, que mi intención era alimentar a los pajarillos y si no me cree encierreme, si puede ser en prisión con jardín, que necesito respirar
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