Cuando contaba 23 años se trasladó a Portugal y residió en Coimbra año y medio.En este ambiente absorbió modos de una cultura tradicional y al mismo tiempo abierta al mundo, dado el carácter universitario de la vieja ciudad lusitana. Allí comenzó a tallar madera, estimulado por artistas portugueses.
Su afán viajero le llevó a residir más tarde en Barcelona, París e Italia, y en Reggio Emilia pasa tres años y alcanza reconocimiento.Y antes de asentarse en Vigo pasa algún tiempo en Edimburgo. Es, pues, un europeo, abierto a numerosas corrientes estéticas.
Comenzó a exponer en Italia en 1986 y lo ha hecho también en diferentes ciudades de Portugal y de Galicia.
Está representado en museos italianos y escoceses. Está en posesión de premios en Italia y ha realizado numerosos monumentos públicos en ciudades de este país y en Galicia.
Está representado en museos italianos y escoceses. Está en posesión de premios en Italia y ha realizado numerosos monumentos públicos en ciudades de este país y en Galicia.
La escultura de Armando Martínez es una síntesis de clasicismo y romanticismo.
Ama las curvas, las formas envueltas y meramente sugeridas, y acaricia la materia, que pide el tacto del espectador, inclusive en los grandes tamaños.
Nunca detalla rostros, si bien se acerca constantemente a la figura humana y en concreto al desnudo, que estiliza y simplifica.
Las referencias de la Grecia clásica están patentes, como lo está el renacentismo miguelangelesco. Pero al mismo tiempo, ha sabido absorber innovaciones de Boccioni y otros escultores europeos de los años de entreguerras, y de la España de la misma época, con Llimona, Clará, Planes, de manera que hace verdad el postulado orsiano de que en arte, todo lo que no es tradición es plagio.
Formas bellas, envolventes, sin drama, siempre con intención monumental, aunque se exprese en pequeños tamaños.
Fernando Elorrieta
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