Sucedió que algunos campesinos romanos y albanos se habían saqueado las tierras mutuamente. C. Cluilius en ese momento gobernaba Alba. Desde ambos lados se enviaron embajadores casi al mismo tiempo, para exigir la restitución.
La guerra se preparó por ambos lados con el mayor vigor, muy parecido a una guerra civil. Los albanos primero irrumpieron en los territorios romanos con un gran ejército. Acamparon a menos de cinco millas de la ciudad, y la rodearon con una trinchera que fue llamada la trinchera de Cluilian. En ese campamento muere Cluilius, el rey Albano; Tulio estaba de buen humor, especialmente con la muerte del rey. Ya los dos ejércitos enfrentados cara a cara, a punto de lanzarse uno contra otro, no se atrevían a dar el primer paso por los lazos familiares que les unían.
Tras duras deliberaciones, decidieron zanjar las diferencias con un duelo . En las filas de los romanos figuraban los tres hermanos Horacios y en la de los albanos se encontraban los tres hermanos Curiaceos.
Cuando ambos bandos recibieron la señal se lanzaron encarnizadamente unos contra otros. Al poco tiempo fueron cayendo gravemente heridos un hermano tras otro. Aunque los cariaceos estaban tocados quedaron los tres en pie contra uno. Una cerrada ovación aclamaba a los albanos, mientras la desesperación cundía en el bando de los romanos. El Horacio superviviente hizo el ademán de retirarse de la lucha. Los Corieaceos lo persiguieron con saña, uno de ellos se acercó al Horacio para rematarlo, pero esto era lo que esperaba el romano, rapidamente se revolvió y lo venció y lo mismo hizo con los otros dos.
Alba Longa no tuvo más remedio que rendirse a Roma y el héroe fue conducido entre aclamaciones hasta la puerta de la ciudad. Una hermana suya prometida a uno de los Curiaceos, al descubrir las vestiduras ensangrentadas del Horacio, no pudo contenerse e irrumpió con un amargo llanto.
El Horacio, lleno de furor, se arrojó contra su hermana y la atravesó
con su espada, exclamando "Perezca así cualquier romano que llore la muerte de un enemigo"
Tulio fue derrotando, poco a poco, a todas las ciudades vecinas pero los dioses estaban disgustados con el trato que los romanos habían dado a los Curiaceos y tambien por la cobardía que habían demostrado éstos. Una terrible plaga asoló Roma, cayendo enfermo el propio Tulio. Imploró éste a los dioses, prometiendo incluso dedicarse al sacerdocio como Numa. En las manos de Tulio cayó un un ritual secreto dedicado a Júpiter y decidió seguirlo, esperando ganarse el respeto de los dioses, pero se equivocó y Júpiter encolerizado envió un rayo sobre el palacio real, provocando un gran incendio que atrapó al soberano entre las llamas.
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