William G. Christmas, mi amo, continuaba hablando: "Amigo mío, no te he conseguido una formación, ni siquiera sabes escribir a máquina, no te dejo una pensión..." ¿Me va a abandonar? Me preguntaba. Tambien me confesó que estabamos allí en Baltimore para buscar a Bea Swanson, aquella profesora pequeña, gordita, el único amor de su vida. Comenzó a recitar un poema y su voz se fue apagando. Preocupado acerqué mi oreja a su pecho. Respiraba... comenzó a roncar así que me acurré al calor de su cuerpo y me quedé dormido
De madrugada nos despertó el sonido de una sirena. De un coche bajaron dos policías y yo corrí a refugiarme en una esquina. Willy me había advertido de no fiarme nunca de gente uniformada.
Desde mi posición pude ver como introducían a Willy en una ambulancia...Bea Swanson decía repetidamente y daba una dirección. Un camillero le pidió tranquilidad. Willy me miró y con ojos suplicantes dijo: "Amigo mio, Mr Bones, huye, no te dejes pillar".
Corrí tanto que me pareció haber cruzado todo Estados Unidos. Extenuado, con las patas heridas me tumbé en un parque. Hacía mucho tiempo que no comía pero no podía levantarme. ¿Como iba a sobrevivir? Recuerdo con que desprecio mirabamos mi amo y yo a los perros vagabundos, y ¿Que era yo ahora? A media noche me desperté sobresaltado, una terrible sensación recorrió mi cuerpo- MI AMO, Mr William G. Christmas había llegado a TOMBUCTÚ-
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TOMBUCTÚ de Paul Auster
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