HOLA: Soy Ignatius Reilly
"Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que está bendita New Orleáns, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudié profundamente y traté de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribí encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos.
Asumí estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante
fuerza. "
El autor de este libro John Kennedy Toole se suicidó a los 32 años. Colocó un extremo de la manguera en el tubo de escape, introdujo el otro por la ventana semicerrada del coche y giró la llave de contacto.
Su muerte le impidió conocer el éxito de su libro- LA CONJURA DE LOS NECIOS. Obra publicada póstumamente
Thelma, la madre de Ken, como era conocido Jhon Kennedy, se quedó hundida tras la muerte de su único hijo. Entre sus pertenencias encontró el manuscrito de una novela. Sabía que su hijo había tratado de publicar infructuosamente.
No le quedó más remedio que convencer a la Universidad Estatal de Luisiana de que debía publicarla, cosa que sucedió en 1980. Al año siguiente, la novela se agenció en Premio Pulitzer y, en Francia, el de la mejor novela en lengua extranjera. No se merecía menos una maravilla como La conjura de los necios.
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