sábado, 28 de octubre de 2017

Cristina de Middel, ganadora del Premio Nacional de Fotografía 2017



«Flipar te lleva lejos», dice entre risas Cristina de Middel (Alicante, 1975), ganadora del Premio Nacional de Fotografía 2017. Recibió la buena nueva ayer en Río de Janeiro, en vísperas de su boda, viajando en coche por una autovía. «Flipar me ha traído hasta aquí, a casarme con un brasileño este sábado [por hoy]», explica «muy agradecida» esta fotógrafa atípica que se liberó hace tiempo del corsé del documentalismo puro. Incorporó la ficción y el humor «para seguir contando las historias de siempre» con unas personalísimas «crónicas inventadas».



Middel ganó por unanimidad un premio dotado con 30.000 euros, concedido anualmente por el Ministerio de Cultura y que recibe «en la sala de espera de Magnum». Preseleccionada por la legendaria agencia, se valora su trabajo para admitirla definitivamente como asociada. «Tengo nuevos proyectos para ofrecer materiales a Magnum, que tiene de plazo hasta junio del 2019 para pronunciarse», explica por teléfono, «feliz y satisfecha». Si lo logra, será la segunda española en la mítica agencia en la que ya está Cristina García Rodero. Lejos de la línea de Robert Capa y Cartier-Bresson el trabajo de Middel está más próximo al de miembros recientes de Magnum como Jim Goldberg o Alec Soth.


Acaso más celebrada fuera que en casa, el premio supone para la fotógrafa «la validación de mis decisiones, a menudo arriesgadas y no bien comprendidas». El jurado valora «el reconocimiento nacional e internacional» de Middel, que con sus peculiares imágenes «replantea los límites de la realidad del lenguaje fotográfico». Elogia cómo «ha innovado en el ámbito del libro de fotografía, otorgándole una nueva dimensión como obra de arte total». Lo evidenció con The Afronauts (2012), libro descrito como «una reacción a las limitaciones del lenguaje documental a la hora de describir y explicar el mundo», y que recrea desde la ficción la carrera espacial africana. Agotado y aclamado por la crítica, Middel fue nominada para el premio Deutsche Börse en el 2013. 




Realidad y ficción
La relación entre fotografía, realidad y verdad, junto con el papel de los medios de comunicación son «inquietudes primordiales» de esta creadora que se define a sí misma como «una flipada». «Cuanto más flipes, mejor. Flipar te lleva lejos y hoy me reafirmo más que nunca», insiste. «Flipo y hago realidad esos flipes que están a mi alcance y que se convierten en algo mucho más grande», dice sobre su trabajo. Entiende que la fotografía es un lenguaje «con tantos matices y posibilidades como cualquiera. Puedes hablar con acento andaluz, escribir un ensayo o una novela, contar chistes, hacer monólogos o crucigramas. Puedes pintar, hacer música o poesía, que no es lo mío. A mí me gusta hacer crónica inventada. Mi desafío es lograr que la gente capte la ironía de mis imágenes, o la melancolía, si la hay».




Inquietantes y divertidas, sus instantáneas invitan a preguntarse cuánto de verdad y de imaginado encierran. Ella asegura que sus fotos «no mienten» y defiende la legitimidad de su inusual posición entre la realidad y la ficción. Combina su trabajo documental con proyectos mucho más personales en los que cuestiona los códigos y la veracidad de la fotografía como documento.
 Una obra que cuestiona la esencia de la fotografía documental
Junto a Cristina García Rodero e Isabel Muñoz, Middel es una de las figuras más relevantes de la fotografía española contemporánea. Se formó en la Universidad de Oklahoma y en la Politécnica de Valencia. Trabajó para varios periódicos españoles y oenegés, hasta que comenzó a cuestionase la esencia de la fotografía documental. Como fotoperiodista ya trataba de ofrecer una visión «excéntrica» de la actualidad, evitando canales y fórmulas trilladas. «A los periódicos no les gustaba mucho lo que hacía, y menos lo que hago ahora. Pero sigo documentando el mundo en el que vivimos con un lenguaje menos ácido, menos repetitivo y con sentido del humor», dice.

«A la vista está cómo de necesario es el humor para vivir y entender este mundo de locos», agrega a miles de kilómetros del guirigay nacional y ante la gravedad de la crisis secesionista de Cataluña. «El humor es fundamental para la fotografía, para la política y para la vida», sostiene. Se aburrió del fotoperiodismo pero trabaja aún «como si fuera fotoperiodista». Modifica la realidad para adaptarla a lo que quiere y la documenta «como si estuviera en una rueda de prensa».

Sin las ataduras de la veracidad documental que constreñía su capacidad expresiva, a su cambio de rumbo contribuyó que «la gente cada vez está más alfabetizada visualmente». Sabe Cristina de Middel que las imágenes convencionales «no desaparecerán» pero cree que la audiencia «necesita que le cuentes las mismas historias de siempre, aunque utilizando un lenguaje nuevo».

la VOZ DE GALICIA

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