LA ABUELA SHLOMIT
Shlomit, la abuela de Amos Oz, me encanta.
Sus frases:
- Es tan feo que casi es hermoso
-Ese intelectual se ha vuelto tan intelectual que ya no comprende nada
-Duele tanto, tanto que hasta empieza a ser gracioso
LA abuela Sholomit llegó a Jerusalén directamente desde ViLna un caluroso dia de verano del año 1933. Cuando vio los zocos llenos de hombres sudorosos, puestos multicolores, aquellas callejuelas llenas de gritos de buhoneros, rebuznos de burros, balidos de cabras y aves degolladas, pronunció la definitiva sentencia:
"EL LEVANTE ESTA LLENO DE MICROBIOS"
Para la abuena Shlomit no era una idea "vanal"
......el estercolero de inmundicias que segregan las glándulas corporales cada noche al dormir, como un sudor pegajoso y todo tipo de materia grasa explusada por el cuerpo y porquería de escamas de la piel y caída del pelo y restos de un montón de células muertas y toda clase de turbios flujos, y mientras duermes no sientes nada, pero todas esas sustancias invitan a los microbios, a los bacilos, a los virus a que se reproduzcan, por no hablar de los trillones y trillones de patitas, sucias y repugnantes, patas idénticas a las de una cucaracha, pero tan pequeñas que los cientificos no han podido ver aun, y esas patas asquerosas entran en tu cuerpo a través de tu nariz y de tu boca, por no decir de otros sitios feos que la gente no se lava nunca..........y que se pegan en todas partes como por ejemplo el dinero, periódicos, la barandilla de una escalera, el picaporte de una puerta o incluso la comida que compramos........y quien te dice que ese hombre que te toma de la mano no se ha lavado ni secado despues de....¿Como podemos saber si tiene tuberculosis, o colera, o tifus o psoriasis en la piel, que es como una especie de lepra? ¿Y si ni siquiera es judio?
Cuando Amos dormía en casa de la abuela Shlomit, antes de abrir los ojos ya le estaba esperando la bañera llena de agua humeante mezclada con una solución antiséptica que olía a hospital. En la repisa de la bañera acechaba un cepillo de dientes con un gusano de pasta blanquecino y retorcido sobre las cerdas. La abuela lo agarraba con fuerza del brazo y con sus propias manos lo restregaba de arriba abajo, de abajo arriba y con una especie de cepillo de crin terrorífico lo desollaba como a rabí Aquiba y al resto de las víctimas del Imperio. Cuando su piel se ponía roja como la carne cruda le ordenaba cerrar los ojos, le enjabonaba la cabeza y le frotaba el cuero cabelludo con las uñas, como Job mortificando su cuerpo con el casco de una vasija y como una letanía imparable decía:
Basta con un apretón de manos para que te transmitan todo tipo de epidemias, y hasta sin tocarte, solo con inspirar el aire que alguien antes ha exhalado de sus pulmones con los microbios y los bacilos de la tiña, la conjuntivitis o la disentería. Y la sanidad aqui no tiene nada que ver con la europea, la mitad de las personas ni ha oído hablar de lo que es higiene, todo el aire está lleno de bichos asiaticos, de asquerosos insectos con alas llegados directamente de los pueblos arabes y hasta de Africa........
Al salir del cuarto de baño iba relatando, sin rabia pero con una especia de profunda tristeza:
-Como animales. Incluso peor que animales.
La abuela Shlomit estuvo viviendo en Jerusalén unos 25 años, pero no suavizó ni cambió una sentencia hasta el último día de su vida.
Al día siguiente de llegar a la TIERRA PROMETIDA ordenó al abuelo de Amos lo que le siguió ordenando el resto de sus días: levantarse a las seis de la mañana, rociar bien con insecticida cada rincón de la casa para acabar con los microbios, rociar debajo de la cama, detrás del armario, entre las patas del aparador y después sacudir todos los colchones, la ropa de la cama y las almohadas. Amos siempre recuerda a su abuelo Alexander en el balcón al amanecer, en camiseta y zapatillas, sacudiendo con todas sus fuerzas la ropa de la cama, como Don Quijote atacando las odres de vino y a la abuela Shlomit unos pasos detrás de él, alta, con una bata estampada, el cabello recogido con una cinta verde en forma de mariposa y, erguida y tiesa como un general supervisando el campo de batalla.
Los médicos dijeron que la abuela Shlomit murió de un ataque al corazón pero Amos sostiene que MURIO DE LIMPIEZA.
Hervía las frutas y verduras, frotaba el pan con un paño húmedo impregnado en una solución química desinfectante de color rosáceo llamada Kali. Despues de comer hervía los cacharros durante una hora y ella misma se hervía tres veces al día. Siempre mantuvo las distancias con los virus y piojos pero cuando tenía mas de ochenta años, tras dos o tres ataques al corazón, el doctor Kromholtz la previno:Querida, si no deja usted estos baños abrasadores no me hago responsable de lo que le pueda ocurrir.
Si, la abuela Shlomit, murió en la bañera, de un ataque al corazón, pero es un ejemplo claro de MUERTE POR LIMPIEZA
Sus frases:
- Es tan feo que casi es hermoso
-Ese intelectual se ha vuelto tan intelectual que ya no comprende nada
-Duele tanto, tanto que hasta empieza a ser gracioso
LA abuela Sholomit llegó a Jerusalén directamente desde ViLna un caluroso dia de verano del año 1933. Cuando vio los zocos llenos de hombres sudorosos, puestos multicolores, aquellas callejuelas llenas de gritos de buhoneros, rebuznos de burros, balidos de cabras y aves degolladas, pronunció la definitiva sentencia:
"EL LEVANTE ESTA LLENO DE MICROBIOS"
Para la abuena Shlomit no era una idea "vanal"
......el estercolero de inmundicias que segregan las glándulas corporales cada noche al dormir, como un sudor pegajoso y todo tipo de materia grasa explusada por el cuerpo y porquería de escamas de la piel y caída del pelo y restos de un montón de células muertas y toda clase de turbios flujos, y mientras duermes no sientes nada, pero todas esas sustancias invitan a los microbios, a los bacilos, a los virus a que se reproduzcan, por no hablar de los trillones y trillones de patitas, sucias y repugnantes, patas idénticas a las de una cucaracha, pero tan pequeñas que los cientificos no han podido ver aun, y esas patas asquerosas entran en tu cuerpo a través de tu nariz y de tu boca, por no decir de otros sitios feos que la gente no se lava nunca..........y que se pegan en todas partes como por ejemplo el dinero, periódicos, la barandilla de una escalera, el picaporte de una puerta o incluso la comida que compramos........y quien te dice que ese hombre que te toma de la mano no se ha lavado ni secado despues de....¿Como podemos saber si tiene tuberculosis, o colera, o tifus o psoriasis en la piel, que es como una especie de lepra? ¿Y si ni siquiera es judio?
Cuando Amos dormía en casa de la abuela Shlomit, antes de abrir los ojos ya le estaba esperando la bañera llena de agua humeante mezclada con una solución antiséptica que olía a hospital. En la repisa de la bañera acechaba un cepillo de dientes con un gusano de pasta blanquecino y retorcido sobre las cerdas. La abuela lo agarraba con fuerza del brazo y con sus propias manos lo restregaba de arriba abajo, de abajo arriba y con una especie de cepillo de crin terrorífico lo desollaba como a rabí Aquiba y al resto de las víctimas del Imperio. Cuando su piel se ponía roja como la carne cruda le ordenaba cerrar los ojos, le enjabonaba la cabeza y le frotaba el cuero cabelludo con las uñas, como Job mortificando su cuerpo con el casco de una vasija y como una letanía imparable decía:
Basta con un apretón de manos para que te transmitan todo tipo de epidemias, y hasta sin tocarte, solo con inspirar el aire que alguien antes ha exhalado de sus pulmones con los microbios y los bacilos de la tiña, la conjuntivitis o la disentería. Y la sanidad aqui no tiene nada que ver con la europea, la mitad de las personas ni ha oído hablar de lo que es higiene, todo el aire está lleno de bichos asiaticos, de asquerosos insectos con alas llegados directamente de los pueblos arabes y hasta de Africa........
Al salir del cuarto de baño iba relatando, sin rabia pero con una especia de profunda tristeza:
-Como animales. Incluso peor que animales.
La abuela Shlomit estuvo viviendo en Jerusalén unos 25 años, pero no suavizó ni cambió una sentencia hasta el último día de su vida.
Al día siguiente de llegar a la TIERRA PROMETIDA ordenó al abuelo de Amos lo que le siguió ordenando el resto de sus días: levantarse a las seis de la mañana, rociar bien con insecticida cada rincón de la casa para acabar con los microbios, rociar debajo de la cama, detrás del armario, entre las patas del aparador y después sacudir todos los colchones, la ropa de la cama y las almohadas. Amos siempre recuerda a su abuelo Alexander en el balcón al amanecer, en camiseta y zapatillas, sacudiendo con todas sus fuerzas la ropa de la cama, como Don Quijote atacando las odres de vino y a la abuela Shlomit unos pasos detrás de él, alta, con una bata estampada, el cabello recogido con una cinta verde en forma de mariposa y, erguida y tiesa como un general supervisando el campo de batalla.
Los médicos dijeron que la abuela Shlomit murió de un ataque al corazón pero Amos sostiene que MURIO DE LIMPIEZA.
Hervía las frutas y verduras, frotaba el pan con un paño húmedo impregnado en una solución química desinfectante de color rosáceo llamada Kali. Despues de comer hervía los cacharros durante una hora y ella misma se hervía tres veces al día. Siempre mantuvo las distancias con los virus y piojos pero cuando tenía mas de ochenta años, tras dos o tres ataques al corazón, el doctor Kromholtz la previno:Querida, si no deja usted estos baños abrasadores no me hago responsable de lo que le pueda ocurrir.
Si, la abuela Shlomit, murió en la bañera, de un ataque al corazón, pero es un ejemplo claro de MUERTE POR LIMPIEZA
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