Recuerdo cuando vine a vivir al sitio donde todavía estoy. Eran los años ochenta, hablo de una calle céntrica de Vigo. Había una pequeña tienda, la de Mary, que compartía con el bar de su hermano, Alvaro. Allí sabíamos si un vecino estaba mal o si había ocurrido algún accidente. Mary tenía las llaves de mi casa para que las recogiera el primero que llegase o por los olvidos. Al lado había una pequeña lechería y eso era todo. Claro, si descubríamos que nos habíamos quedado sin huevos era un problema porque el cierre era a las ocho en punto.
Ahora no, tenemos dos grandes supermercados y podemos comprar hasta las diez de la noche. La tienda de Mary y el bar de Alvaro es ahora una farmacia
Bien, vamos mejorando pero ¿es esto progreso?Me muero de pena cada vez que cierra un pequeño comercio. Cada uno de ellos forma parte de la historia de la ciudad y los estamos atacando por todas partes. Las compras ON LINE, ya no queremos el trato humano, todo tiene que ser rápido. No nos damos cuenta que con cada cierre la ciudad se va muriendo poco a poco.
Por si faltaba algo, el próximo año tendremos elecciones y la manía del taladro se ha extendido por la urbe.
Sorteando obstáculos entro en un bar para tomar un café. ¿Estamos en guerra? Pregunto... "hasta diciembre dicen" -me contesta el hombre de la barra con disgusto.A mi mente viene Pepe, que tiene un bar en la calle Colombia y hace meses que está cerrada por ambos lados. Pero ¿de que hablo? Comentando el asunto con un amigo que se dedica a la política me dice.... bueno, son empresarios
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