Carlos Schwabe (1866-1926), aunque de origen alemán, adquirió la nacionalidad suiza y vivió en Francia la mayor parte de su vida. Se instaló en París en un momento en que, con el nacimiento del simbolismo, se estaba formando un vasto movimiento de reacción al naturalismo. A pesar de su carácter secreto y solitario, Schwabe iba a jugar un papel importante en la vida artística del cambio de siglo.
Las agitaciones sociales y filosóficas dirigieron sus pensamientos hacia los sueños y los interrogantes metafísicos. A través de una abundancia de obras pictóricas y gráficas, el artista usó su fértil imaginación para crear un mundo mágico y generoso. También colocó su arte al servicio de algunos de los más grandes nombres de su época (Baudelaire, Mallarmé, Samain, Maeterlink y Zola), en las ilustraciones de libros que permanecen entre los tesoros de los bibliófilos.
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