Esto ocurrió en el verano de 1941. Dali había llegado a California, escapando de la Segunda Guerra Mundial, acompañado por su mujer Gala. Vivían en el mejor hotel de la costa californiana y junto al relaciones públicas del hotel, Herbert Cerwin, se les ocurrió la idea de organizar una gran cena benéfica para recaudar fondos en ayuda de los artistas refugiados.
La fiesta se iba a convertir en una de las más locas de la historia. Dali convirtió el hotel en un bosque encantado y para ello pidió dos mil árboles, cinco mil sacos de arena, cuatro camiones de calabazas, un coche destrozado, tres cabras, una jiraja, un león y varios monos. El coche fue ocupado por una mujer desnuda que simulaba estar muerta a causa de un accidente. Los sacos se colgaron del techo, los árboles a los lados de una habitación y las calabazas se colocaron sobre una larguisima mesa a modo de cama con almohadones y sábanas de terciopelo rojo, presidida por Gala. Los animales pululaban por la estancia mientras Gala daba un biberón a un pequeño león.
Acudieron mil personas dispuestas a pagar lo que fuera necesario, pero solo 400 pudieron acceder a la mesa. Bob Hope, Clark Gable y Alfred Hitchcock estaban entre los afortunados.
Se sirvieron ranas vivas, aguacate, marisco, consomé, sardinas, pollo con risotto, filete braseado con champiñones y copa surrealista de postre, todo servido en zapatos de satén.
La cena fue fantástica pero originó tantas pérdidas que no llegó ni un centavo a los artistas necesitados
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