Angelina Beloff retratada por Diego Rivera
22 de julio de 1922
Parece haber transcurrido una eternidad desde que te escribí y sé de ti Diego. No había querido escribirte porque me resulta difícil callar ciertas cosas que albergo en mi corazón y de las cuales ahora sé a ciencia cierta que es inútil hablar. Tomo la pluma sólo porque juzgaría descortés no darte las gracias por el dinero que me has enviado. No lo hice por las tres últimas remesas de febrero 6, marzo 10 y principios de junio por 260, 297 y 300 francos respectivamente, y han pasado más de cuatro meses. Te mandé, eso sí, los nuevos grabados aparecidos en Floreal, pero ni una línea tuya al respecto. Tampoco una sola línea en las remesas de dinero. Si te dijera que hubiera preferido una línea al dinero, estaría mintiendo sólo en parte; preferiría tu amor es cierto, pero gracias al dinero he podido sobrevivir, mi situación económica es terriblemente precaria y he pensado en dejar la pintura, rendirme, conseguir un trabajo de institutriz, dactilógrafa o cualquier otra cosa durante ocho horas diarias, un abrutissement general con ida al cine o al teatro los sábados y paseo en Saint Cloud o Robinson los domingos. Pero no quiero eso. Estoy dispuesta a seguir en las mismas, con tal de poder dedicarme a la pintura y aceptar las consecuencias: la pobreza, las aflicciones y tus pesos mexicanos
Angelina Beloff retratada por Diego Rivera
Ahora sé por Élie Faure de tu amor mexicano, pero mis sentimientos por ti no han cambiado ni me he buscado ni deseo yo un nuevo amor. Siento que tu amor mexicano puede ser pasajero porque tengo pruebas de que así suelen serlo. Sé que a Marievna tampoco le escribes; sólo remesas de dinero, pero ya no a través mío, para no herirme, sino de Adam Fisher. Ya ves que estoy bien enterada, no porque intente averiguarlo sino por tus amigos y los míos me lo dicen de golpe y porrazo sin duda alguna porque creen hacerme un bien al sacarme del sueño en el que vivo. Élie Faure fue claro: Angelina, usted siempre ha sido una mujer de un gran equilibrio y de buen sentido, tiene usted que rehacer su vida. Con Diego todo ha terminado y usted es demasiado valiosa. Ya no recuerdo lo que siguió diciendo porque no quise escucharlo, ni lo creí siquiera.
Angelina Beloff retratada por Diego Rivera
Cuando te fuiste Diego, todavía tenía ilusiones. Me pareció que a pesar de todo seguían firmes esos profundos vínculos que no deben romperse definitivamente, que todavía ambos podríamos sernos útiles el uno al otro. Lo que duele es pensar que ya no me necesitas para nada, tú que solías gritar: ¡Quiela! Como un hombre que se ahoga y pide que le echen al agua un salvavidas
Maternidad, Angelina y el niño Diego - Diego Rivera.
Pero ¡vamos! Podría seguir escribiendo indefinidamente, pero como tienes poco tiempo para desperdiciar, tal vez esta carta vaya resultado demasiado larga. Es inútil pedirte que me escribas, sin embargo deberías hacerlo. Sobre todo, contéstame esta carta que será la última con la que te importune, en la forma que creas conveniente pero en toutes lettres. No necesitas darme muchas explicaciones, unas cuantas palabras serán suficientes, un cable, la cosa es que me las digas. Para terminar te abrazo con afecto.
Quiela
P.S. ¿Qué opinas de mis grabados?
Angelina Beloff nacida en Rusia en 1879 fue una artista que realizó la mayor parte de su trabajo en México. Sin embargo, es más conocida como la primera esposa de Diego Rivera. Estudió arte en San Petersburgo y luego fue a París en 1909, año que conoce a Rivera y se casa con él. En 1921, Rivera regresó a México, divorciandose de ella.
Ella se había ido a Francia buscando una nueva pintura, que aún no había llegado a Rusia. Conoció a varios artistas mexicanos en Francia y Bélgica, y conoció a Diego Rivera durante un viaje con la artista María Blanchard a Bruselas. Rivera la persiguió románticamente y se casó en París a fines de 1909. Tuvieron un hijo llamado Miguel Ángel, que murió de complicaciones pulmonares cuando tenía solo catorce meses de edad. La vida de la pareja en París no fue fácil, económicamente, especialmente durante la Primera Guerra Mundial. Ella trabajó en varios sitios, sacrificando su propio desarrollo creativo para que Rivera pudiera pintar. Dejó un diario de su vida con Rivera, que describe su vida privada, sus intercambios de ideas y sus proyectos de colaboración, y su interacción con otros pintores. Rivera fue llamado para regresar a México por José Vasconcelos para pintar un mural de la Revolución Mexicana, nunca regresó a Europa. Rivera se casó con Guadalupe Marín y ella se convirtió en una mujer solitaria.
Durante su relación de casi doce años con Rivera conoció a David Alfaro Siqueiros, Adolfo Best Maugard, Ángel Zárraga, Roberto Montenegro y otros. Fue invitada a ir a México por Alfonso Reyes y Germán Cueto. Llegó a México en 1932, cuando tenía 53 años. Vivió 37 años en México, continuó su carrera artística y fundó varias instituciones públicas dedicadas a las artes Murió en la Ciudad de México el 30 de diciembre de 1969 a la edad de 90 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario