Marga Gil Roësset es una escultora poco conocida para el gran público, su vida
fue muy corta, ya que se suicidó cuando solo contaba con veinticuatro años, por un amor no
correspondido hacia Juan Ramón Jiménez.
Sin embargo hay mucho más detrás del nombre
de Marga Gil Roësset, fue una dibujante precoz, ilustró los cuentos que escribió su hermana
Consuelo Gil Roësset, y realizó bellas esculturas de las que emanaba una fuerza natural.
Trataremos de dar luz a la obra de la artista, ya qué tras su trágica muerte, su propia familia
y la sociedad se encargaron de dejar en penumbra su breve existencia. A ello colaboró la
propia Marga Gil Roësset quien poco antes de morir, se encargó de destruir una gran parte
de sus creaciones. Su obra nos recuerda a la realizada por Camille Claudel, así como a la
gran fuerza mostrada por ésta a la hora de realizar esculturas.
El comienzo del siglo XX supuso para la sociedad la entrada a una nueva centuria,
que a la poste resultaría un siglo lleno de novedades e innovaciones, pero también un
periodo lleno de conflictos bélicos, que conllevaron la ruptura de los esquemas
tradicionales que hasta ese momento habían imperado. Para la mujer fue un siglo de cierta apertura, del comienzo de la liberación del corsé
patriarcal, que todavía hoy en día nos sigue oprimiendo. Durante el periodo final del siglo
XIX y comienzos del siglo XX, las mujeres artistas por norma general pertenecían a una
clase social alta, ya que las mujeres de clases más bajas no podían aspirar, ni siquiera tenían
la opción o el tiempo para pensar en pintar, dibujar o realizar esculturas, tenían otras obligaciones prioritarias de las que preocuparse. De este modo, estaba bien visto que las
damas de la alta sociedad recibieran cierta educación, es decir que aprendieran algo de
música, pintura, dibujo, en realidad se trataba de evitar que estuvieran ociosas, no de
educarlas realmente, el objetivo principal no era otro que el de proporcionar una educación
superficial, en actividades que se consideraban aceptables para las damas de la alta
sociedad. Tal como dice Estrella de Diego en su libro La mujer y la pintura del XIX
Español: “La pintura, y más claramente el dibujo, formaban, por lo tanto, parte de la
educación que toda señorita que se preciara de serlo debía recibir” (De Diego, 1985,p.165) Pero en cierta forma gracias a este pensamiento que podríamos decir ilustrado,
podemos encontrar mujeres artistas que vivieron de su arte en esta época y posteriormente.
No son muchas, pero desde luego son más de las que la historiografía ha sido capaz de
mostrarnos hasta la llegada de los denominados estudios de género. Entre éstas destacan las
de una familia que dio grandes artistas femeninas, esto se debe gracias a la educación que
recibían, que era digamos una educación “ilustrada”. Esta familia de artistas femeninas son las Roësset. Entre estas cuatro artistas
femeninas encontramos a Marga Gil Roësset, escultora de gran talento, que tuvo una vida
breve.
Nació el 5 de marzo de 1908 en Madrid, su padre fue ingeniero y militar y su madre
Margot Roësset, era una mujer muy cultivada, esto hizo que Marga y su hermana recibieran
una educación única.
Marga vino al mundo podríamos decir que casi sin querer venir, de hecho nació con
problemas, o débil y se sabe que la madre la tuvo en brazos día y noche, hasta que superó el
episodio, es por ello que su educación no fue tan rigurosa y severa como la de su hermana
Consuelo, pero no por ello fue una educación menos cuidada. Por las mañanas las hermanas estudiaban idiomas, historia y arte con un profesor
particular, como bien nos describe Nuria Capdevila-Argüelles en su libro Artistas y
precursoras; Un siglo de artistas Roësset,(Capdevila-Argüelles, 2013,p.148) y por las
tardes su padre le daba a ella y a su hermana Consuelo clases de física y matemáticas en
casa. Estas hermanas recibieron una educación esmerada y no la que se impartía a las
señoritas en ese momento, estas niñas fueron una excepción ya que recibieron la educación
que recibían los niños, una educación para ser hombres de provecho, en este caso mujeres
con un futuro brillante, cómo ocurrió en el caso de Consuelo Gil Roësset que fue escritora y
luego una gran editora, y como hubiera ocurrido con Marga si no se hubiera malogrado tan
joven. De esta cuidadosa educación devino que Marga con tan solo doce años hablara
cuatro idiomas, y que con trece años ya hubiera ilustrado de una forma excepcional los
cuentos que su hermana Consuelo había escrito.
Estos cuentos fueron, “El niño de oro” que se publicó en Madrid y “Rose Des Bois”
que fue publicado en Paris. En cierto modo estos cuentos fueron auspiciados por su madre,
ya que incitaba a Marga y a Consuelo a crear textos y dibujos originales, y si lo hacían
recibían algún premio como una merienda especial (Capdevila-Argüelles,2013,p.149)
fomentando de esta forma la creatividad en sus hijas. Una creatividad que conllevó que
Marga destacara primero como ilustradora, y más tarde como escultora. De este modo los primeros años de su vida como creadora, Marga los pasó haciendo
ilustraciones, son numerosos los dibujos que Marga realizó y a día de hoy se conservan, y
no solo los que encontramos en estos dos cuentos y un libro que realizó más tarde, con
letra de su hermana Consuelo y canciones de su cuñado José María Franco Bordons. En este libro “Canciones de niños”, hay tres ilustraciones de Marga, en “Rose des Bois” un
cuento de 93 páginas hay 40 láminas de Marga y en el “Niño de oro” que posee un formato
de 48 páginas encontramos 22 ilustraciones de Marga, claro está aparte de las portadas que
estos cuentos poseían y que ilustró Marga. Estos datos hacen destacar el dominio de
Marga sobre la ilustración con tan sólo trece años, que es cuando realizó los cuentos, y esto
nos lleva a afirmar que Marga Gil Roësset fue una pequeño genio y además se conoce que
era tan polifacética que manejaba con maestría desde la tinta china y la acuarela, la técnica
del vaciado en escayola y bronce a la talla de madera y todo esto tan sólo en un espacio de
diez años de su vida. Se preveía un futuro único para esta artista, pero veamos que fue lo
que en realidad ocurrió.
Desde los quince años Marga se volcó en la escultura, aunque no es conocida por
ello hasta 1930, cuando expone su trabajo por primera vez. Al mismo tiempo y con motivo
de esa exposición empiezan a aparecer entrevistas que se le realizan, una de ella en el
Crónica donde es preguntada por Rosa Arciniega De Granda cuales son sus maestros de
escultura, a lo que Marga respondió:“Ninguno. Fue un día mi madre a ver a Victorio
Macho. Vio mis trabajos y la dijo: “Deje usted a su hija que siga sola.» Y así trabajo, sin
consejos de nadie, sin influencias de nadie, "único modo de formarme un estilo propio.”
(Arciniega de Granda, 1930,p.15) con estas palabras Marga dejaba ver de forma translucida
como ella era autodidacta, y como contemplado su trabajo por los grandes del momento la
opción de que siguiera trabajando sola y creciendo de forma única era la más coherente y
justa.
En esa misma entrevista del periódico Crónica (Arciniega de Granda, 1930,p.15) se
le pregunta a Marga cual es la obra que ha realizado que más le gusta, ella sin titubear
responde: “las que pienso hacer” (Arciniega de Granda, 1930,p.15), lo cual nos habla de
las ideas artísticas que bullían en la cabeza de Marga y de un futuro que de no haberse
truncado hubiera sido espectacular.
También es preguntada por su escultura “Adán y Eva” de 1930. Marga dice:“Yo
intento siempre operar sobre mis esculturas de dentro afuera. Es decir, trato de esculpir más
las ideas que las personas. Mis trabajos, en cuanto a la forma, podrán no ser muy clásicos;
pero, por lo menos, llevan el esfuerzo de querer manifestar su interior.” (Arciniega de
Granda, 1930,p.15) De esta forma Marga dejaba claro como su fuerza creadora se imponía
a la técnica y al aprendizaje que se consideraba académicamente correcto y la verdad es que
si observamos todas sus esculturas que se conservan tienen una fuerza y un sentimiento del
que solo una genio podría dotarlas. Por otro lado el no formarse en una academia fue una
ventaja a la hora de elegir de forma libre los temas que quería dibujar y esculpir, ya que
había temas que no estaban bien visto que pintaran, dibujaran o esculpieran las mujeres.
En cuanto a la idea de lo que convenía que pintaran dibujaran o esculpieran las mujeres
debemos remarcar que se creía que las mujeres debían pintar temas menores, es decir, tan
solo bodegones, naturalezas muertas, flores , autorretratos y poco más.
Sea como fuere, a las mujeres les estaba vetado el cuerpo humano a priori y de manera
oficial, a pesar de que pocas disidentes, muy a finales de siglo- La bañista de Margarita
Arosa (1887) y Concepción Motilla con mi modelo (hacia 1910), ambas exponiendo sus
obras en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, son dos entre los muy escasos
ejemplos-, pintaron algún que otro desnudo femenino incluso en España. De cualquier
forma, la utilidad de estos tratados para las mujeres era incuestionable, ya que se centraban en los temas de máximo interés para las pintoras entonces: paisajes y flores, al final lo único
que las circunstancias les permitían pintar con holgura (De Diego, 2014,p.34).
Por lo tanto, se consideraba que pintar o esculpir un desnudo tanto femenino como
masculino, no era correcto para una mujer, era una actividad impura que les ensuciaba la
moral y el alma. Las mujeres debían circunscribir su arte y a ellas mismas al ámbito
doméstico, es decir, flores, naturalezas muertas, bodegones, animales y cómo mucho
retratos de niños, siempre obras de pequeño formato. De hecho no sólo estaba mal visto que
las artistas dibujaran, pintaran o esculpiesen desnudos, el simple hecho que las mujeres
pudieran observar desnudos en ese momento histórico no estaba aprobado por la sociedad,
así Alejandra Val Cubero escribe;
En cualquier caso, ya fuera a través de la religión ,de la administración o de la escuela se
pensaba que el desnudo femenino no era un tema pictórico adecuado, ya que dañaba la
sensibilidad femenina, que podría verse alterada por la contemplación de este tipo de
pinturas (Val Cubero,2003,p.332).
Queda claro que, el hecho de que las artistas femeninas pudieran llegar a pintar,
esculpir o tan sólo bocetar un desnudo ya fuera masculino o femenino, era un reto. Estas
creadoras no recibían formación artística para ello, las clases del natural y de anatomía
pictórica estuvieron vetadas para las artistas femeninas hasta por lo menos finales del siglo
XIX, cuando comienzan a acceder a estas clases algunas de estas artistas, sin embargo
Marga al ser autodidacta creó siempre lo que le pareció bien o le apeteció.
En este sentido esta forma de proceder y de crecer artísticamente de nuestra artista,
nos recuerda a Camille Claudel también escultora que vivió entre los años 1864 y 1943,
cabe decir, que cuando Marga comenzó a exponer sus esculturas Camille ya había realizado
su obra más importante y esta se había expuesto, por lo cual es fácil crear entre ellas un
lazo de unión. Ambas trabajaban sus esculturas con pasión, vitalidad y una gran fuerza,
ambas se enamoraron perdidamente de un hombre mayor que no les correspondió1
, ambas
destrozaron sus obras, se podría decir que intentando borrar su paso por este mundo y
terminaron sus vidas con un final trágico por culpa de esos amores no correspondidos. Con respecto a ese amor no correspondido para Marga, debemos saber que Marga
conoció a Juan Ramón Jiménez a través de la admiración que ella y su hermana tenían
hacia la esposa de este, Zenobia Campubrí, las hermanas fueron presentadas a la pareja en
un concierto, dejando Marga una marca indeleble en el matrimonio y a raíz de ahí y sobre
todo desde febrero de 1932 poco a poco entablaron amistad.
El matrimonio Campubrí- Jiménez tenía las puertas de su casa abiertas para todos
los jóvenes que estuvieran interesados en cualquier manifestación artística, por lo cual las
visitas de Marga a la pareja comenzaron a ser lo normal (Hernández-Pinzón,2015, p.8)
desde entonces hasta el punto de que Marga comenzó a esculpir dos bustos de la pareja,
uno de Zenobia, que todavía se conserva y otro de Juan Ramón que ni siquiera comenzó,
ya que terminó con su vida antes. Para el matrimonio Campubrí-Jiménez, Marga era “la niña” simplemente, le tenían cariño, a la vez que sentían un afecto y fascinación por esa
pequeño genio que era, sin embargo Marga comenzó a enamorarse de Juan Ramón.
Tal vez fue un amor que cumplía con el estereotipo del amor entre parejas
intelectuales que tan en boga estuvo en el siglo XIX y principios del XX.
Este estereotipo creía en una unión afectiva e intelectual de los cónyuges. En la vida
real en el siglo XIX una mujer pasaba de la tutela de su padre a la de su marido, pero si
ambos consortes eran artistas se creía en la simbiosis de la pareja, en una unión espiritual .
Tras esto se esconden muchos casos de apropiamiento de las obras por parte de los
familiares masculinos, de estas artistas, entre otras cosas porque una obra firmada por un
hombre obtenía una remuneración más elevada que la firmada por una pintora, o escultora. Pero este robo de méritos lamentablemente no es lo único que las mujeres artistas
han sufrido a lo largo de la historia, otras vivieron a la sombra del arte de su esposo como
es el caso de Lluïsa Vidal o Lee Krasner, compañera de Jackson Pollock, o de Gabrielle
Munter esposa de Vassily Kandinsky. El caso de Margaret Keane es todavía más
indignante, casada con Walter Keane , pintaba las obras que él vendía con su nombre y de
este modo obtenía reconocimientos y grandes sumas de dinero, mientras Margaret llevaba
vida de esclavitud pintando muchas horas al día y sin disfrutar de la vida de lujo y
reconocimiento que su marido llevaba hasta que ella lo denunció. Pero estos casos no se
dan sólo en el arte, también en otras disciplinas, lamentablemente la voz y el voto de una
mujer no ha tenido validez hasta hace bien poco, y según en que partes del planeta siguen
sin ser escuchadas y valoradas.
Sin embargo, en este caso no ocurrió nada de lo arriba descrito. Este amor que
Marga tuvo por Juan Ramón Jiménez nunca fue incitado por él, de ello da buena cuenta el
diario de Marga, publicado a principios del año pasado por la Fundación José Manuel
Lara y que lleva por titulo Marga ( Edición de Juan Ramón Jiménez, 2015) el cual es una
compilación de textos escritos por Marga antes de su suicidio y que dejó en casa de Juan
Ramón horas antes de morir. A través de las anotaciones del diario de Marga vemos como
ella se enamora apasionadamente de Juan Ramón, pero sabe que nunca será correspondida,
Marga escribió: “ Juan Ramón…afecto sincero…buena amistad… …Marga… amor
pleno…único…no es posible igualar .. no es posible…¡son distintas materias!” (Edición de
Juan Ramón Jiménez, 2015,p.34) En todas las anotaciones de Marga que encontramos en
este diario se desvela una tristeza inconmensurable, es el diario de los últimos días de su
vida, cuando ya había decidido como iba a ser su final. El último día de su vida Marga
visito a Juan Ramón Jiménez tal como vemos en la misiva que Juan Ramón Jiménez le
envía a su esposa Zenobia:
Zenobia:
Este manuscrito me lo trajo la pobre Marga la mañana del día en que se mató.
Como yo estaba esa mañana muy abstraído en mi trabajo y creí que lo que me dejaba Marga
era algún poema para que yo se lo repasara, no lo miré ese día. Además ella me dijo: “No lo
leas ahora”.
No te lo he dado porque creo que es mejor no dártelo. Tampoco puedo romperlo; sentiría
como si rompiera a Marga muerta.
Puedes leerlo. Pero no varíes de sentimiento por Marga, ni pienses mal de ella.
Tras esta visita, Marga acudió a su estudio y destrozó todas las obras que pudo
encontrar, salvando sin embargo el busto que había esculpido de Zenobia. Ya que aunque Marga amaba al marido de Zenobia también sentía un sincero cariño por ella. Es por ello
que en la actualidad tan solo quedan 16 esculturas de Marga y 10 replicas de estas.
A continuación fue hasta el hotelito abandonado (Palau de Nemes, 2001,p.413-418) de su
tío y allí se suicidó, poniendo fin a su breve vida. Habían pasado alrededor de seis meses
desde que comenzó su amistad con el matrimonio Jiménez-Camprubí, seis meses decisivos
para Marga, en los que se malogró el futuro de esta inconmensurable artista.
En días posteriores varios periódicos recogen la muerte de Marga, uno de ellos es la
revista Nuevo Mundo donde José Francés escribe de Marga: “Marga era escultora y
dibujante. Enérgica, vibrante y hermética, gustaba de realizar desde muy niña estampas
fantásticas, dejaba desbordar en sus dibujos un implacable rigor sarcástico que también
pasaban a ser formas inquietantes en las estatuas.” (Francés,1932) En este texto
observamos como Francés destacaba su arte por encima de su trágico final pero Marga
aunque en su momento gozó de relativo reconocimiento, tras su abrupta muerte cayó en el
olvido.
Esto se debió en gran parte a varios motivos, la destrucción de toda la obra que pudo
localizar la artista antes de su suicidio fue uno de estos motivos, es como si no hubiera
querido dejar rastro de su paso por este mundo, asimismo el hecho de que nuestra artista se
suicidara conllevó que se creara alrededor de su figura un silencio, ya que en esa época
desde los ámbitos académicos, religiosos, e incluso familiar no era un ejemplo a seguir. Por
otro lado también influyó en este olvido la posterior Guerra Civil y todo lo que esto
comportó para las artistas femeninas de antes de la dictadura, es decir su silenciamiento y
ocultación premeditada por parte del poder político y del país, ya que como bien sabemos
tras la subida de Franco al poder se intentó y en gran parte se logró que la mujer volviera a
su reducto anterior, la casa, el hogar familiar, tirando por la borda todo lo conseguido por
el feminismo en los años anteriores al conflicto militar.
Desde la educación que recibió, hasta su forma de vivir, todo en esta artista fue
totalmente diferente, como ya hemos visto su madre la educó a ella y a Consuelo Gil
Röesset, de una forma totalmente masculina, viajaron a París y después por Europa y eran
poliglotas, todo esto ya marcó un intrépido interés por el arte en Marga y la literatura en
Consuelo que devino en la creación de los dos cuentos antes citados escritos por Consuelo e
ilustrados por Marga, publicados uno en Madrid y otro en París en muy temprana edad.
La verdad es que la figura de Marga ha estado olvidada, como ella parecía querer,
durante muchos años hasta que Ana Serrano (Catálogo exposición Marga Gil Roësset,
2000) realizó una exposición de sus obras en el año 2000. Se expusieron un centenar de
dibujos y acuarelas, 20 esculturas y los cuentos escritos por su hermana Consuelo y que
ella ilustró, haciéndose la prensa eco de esta exposición.
La vida de marga fue breve, pero desde luego digna de destacar por la calidad de
sus obras, unas obras únicas, que no han tenido el reconocimiento que se merecen, tras
estas breves líneas se pretende que se pueda conocer un poco más sus obras y su nombre,
porque aunque tuvo una vida corta merece estar en el ideario de los artistas y los genios.
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Larra
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LEGUINA, Joaquín (2000) Malvadas y Virtuosas. Retratos de mujeres inquietantes Madrid: Espasa
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asociación internacional de hispanistas: New york, 16-21 de julio de 2001 (1st ed., pp. 413-
418) Juan de la Cuesta. Madrid: Centro Virtual Cervantes
SERRANO, A. (2002). Marga Gil Roësset: Ilustradora. Madrid: Peonza: Revista De Literatura
Infantil y Juvenil, (62), 7-16.
VAL CUBERO, Alejandra (2003): La percepción social del desnudo femenino en el arte (Siglos
XVI y XIX) Pintura mujer y sociedad. Madrid: Minerva Ediciones.
VVAA Catálogo exposición Marga Gil Roësset 1908-1932, (2000) Madrid: Círculo de Bellas Artes
Esta mujer me encanta.
ResponderEliminarUna criatura
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