viernes, 2 de julio de 2021

FEDERICO RIBAS MONTENEGRO



Federico Ribas Montenegro (1890-1952) nació en Bouzas-Vigo, en una familia de conserveros. Tras negarse a emprender estudios de Medicina y de suspender - es de suponer que a propósito - unas oposiciones funcionariales, a la edad de dieciocho años decidió meter sus pertenecias en una maleta y abandonar un entorno acomodado para embarcarse en tercera clase hacia Argentina.

Porque era un rebelde con causa, la de su enorme talento para el dibujo. En Buenos Aires, tras sobrevivir en algunos empleos, pronto triunfó como ilustrador de revistas de humor gráfico, ganando el suficiente dinero para dos años después trasladarse a París, donde se convirtió en director artístico de la revista Mondial, dirigida por Rubén Darío. Su fama - tan pronto - era ya internacional, de modo que sus dibujos femeninos eran publicados en Nueva York por el magazine Pictorial Review, que se los pagaba nada menos a 250 dólares de entonces la pieza.

Consagrado, famoso y admirado sin cumplir los veinticinco años, en 1914, tras estallar la I Guerra Mundial, regresó a España para instalarse en Madrid y convertirse en un autor popular cuyos dibujos aparecían en las grandes revistas de la época, como Blanco y Negro. Mostrando, además de  gran calidad, una fuerte carga erótica, siempre tratada con sutileza y elegancia, que es una de las señas de identidad de su obra.

También en los anuncios protagonizados por atractivas jóvenes damas, como los del jabón Heno de Pravia o el agua de colonia de los Laboratorios Gal. En el mundo de la publicidad se le consideró un pionero innovador sobre todo a partir de 1929, cuando se convirtió en director de una gran empresa del sector. Así, en Jerez es recordado por los carteles anunciadores, tan reproducidos, de sus vinos. Una actividad a la que hay que añadir numerosas portadas para libros de los más conocidos escritores de aquel tiempo, entre ellos el popularísimo Blasco Ibañez.

Por entonces ya se había reencontrado con su familia y visitaba con frecuencia Vigo, en verano pasando temporadas en Beluso, en Bueu, en casa de los Massó, para cuyas conservas realizó atractivos reclamos publicitarios, cuya protagonista, junto con la correspondiente sardina, era su novia francesa que presentaba como "Giorgina". El Museo Massó, en la actualidad de la Xunta de Galicia, cuenta con varias obras suyas.
En Beluso, con sus amigos e invitados del mundo del arte, entre ellos Maruja Mallo, le pilló el levantamiento militar de 1936. Dadas sus ideas republicanas, tuvo que pasar unos meses escondido en Vigo, en la residencia de unos familiares, hasta que en Noviembre de aquel año consiguió escabullirse otra vez  hacia Argentina.
De donde retornó en pleno franquismo duro, en 1949. Dado su renombre internacional, fue bien recibido e incluso, promovido por el Marqués de Lozoya, fue objeto de un homenaje en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Falleció joven, a los sesenta y dos años, en 1952.
En Vigo, en el año 1991, Caixanova organizó una gran exposición retrospectiva, adquiriendo la entidad varias magníficas obras para su colección.

Pero volvió a quedar medio olvidado por los vigueses el que está considerado como uno de los más destacados artistas plásticos del pasado siglo y un genio de la publicidad.





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