Leo en LA VOZ DE GALICIA- la noticia de un nuevo amor de Frida
«¿Cómo puedes pedirme que te quiera?» Dijo Frida al gallego Alejandro Finisterre, el inventor del futbolín
Alex, si mataste mi corazón... sin sentir ninguna compasión...
Frida y Diego Rivera se casaron en 1929, ella tenía 22 años y el 43.
Leo Eloesser
Era un famoso cirujano que Frida conoció en San Francisco, y a partir de ahí iniciarion una amistad que nunca terminaría. Entre ellos existía un vínculo especial
24 de junio de 1944
Queridísimo Doctorcito Eloesser:
Realmente tienes razón de sobra para regañarme porque nunca te escribo, pero ya sabes que a pesar de todo, te quiero hartísimo y nunca te olvido.
Ahora te estoy escribiendo desde la cama porque sigo “fregada” de la espina. Cada día estoy peor. Vi al Dr. Alejandro Velazco Zimbrón que es un famoso cirujano de huesos aquí. Me ordenó un “corset” que llevo desde hace cinco meses. Al principio me costó mucho trabajo acostumbrarme, pues es de la chingada aguantar esa clase de aparatos, pero no puedes imaginarte cómo me sentía de mal antes de ponerme ese aparato. Ya no podía materialmente trabajar pues me cansaba de todos los movimientos por insignificantes que fueran. Me mejoré un poco con el “corset” pero ahora vuelvo a sentirme igual de mal, y estoy ya muy desesperada pues veo que nada mejora la condición de la espina. Me dicen los médicos que tengo inflamadas las meninges, pero yo no me acabo de explicar cómo está el asunto, pues si la causa es que la espina debe estar inmovilizada para evitar la irritación de los nervios ¿cómo es que con todo y corset vuelvo a sentir los mismos dolores y las mismas friegas?
Oye lindo, esta vez que vengas por lo que más quieras en la vida, explícame qué clase de chingadera tengo y si tiene algún alivio o me va a llevar la tostada de cualquier manera. Algunos médicos vuelven a insistir en operarme pero no me dejaría operar si no fueras tú quien lo hiciera en caso de que sea necesario.
Del caballete yo quisiera que fueras tan bueno de echarlo en un tren que me lo traiga acá, pues ahora lo necesito mucho porque les presto a veces los dos míos a los muchachos de mi clase. Yo pagaré aquí lo que cueste el transporte por express. ¿Quieres hacerme ese gran favor?
Tengo mucho gusto de que vengas pues tú sabes cómo te quiero. Perdóname que no te escriba mucho ni te cuente cosas porque aún de escribir me canso rete harto.
Te mando miles de besos y mi corazón.
Tuya, Frida.
A mediados de la década de 1930, Kahlo y Rivera se consideraban trotskistas. Habían seguido de cerca la Revolución Rusa, y consideraban que Trotsky era un héroe de la Revolución de Octubre de 1917, que supuso el ascenso al poder de Vladimir Lenin y la instauración del régimen socialista. Sin embargo, cuando Iósif Stalin asumió el liderazgo en 1924, consolidó el poder y degradó a Trotsky, exiliándolo definitivamente en 1929. Diego Rivera fue la persona que convenció al presidente mexicano Lázaro Cárdenas de ofrecerle asilo político a Trotsky en México.
Poco después de que el matrimonio ruso se instalara en Ciudad de México, dio comienzo el romance entre Kahlo y Trotsky. Frida y León se encontraban en la casa de la hermana de la artista, y el político deslizaba notas de amor en los libros que prestó a la mexicana para que los leyera cuando se separaban. Sin embargo, a pesar de la discreción que mantenían los amantes, Sedova, la mujer de Trotsky, no tardó en descubrir la aventura, y dio a su esposo un ultimátum de «yo o ella»
Frida K”.
Jaqueline Lamba
Rivera le presentó a Berggruen a Frida y rápidamente se hicieron amantes. Durante la Feria Mundial de arte en 1939, Berggruen debía cuidar a Rivera pero también aprovechó para enamorarse de la esposa del pintor. Ambos huyen a Nueva York y durante un mes, viven un breve romance. Después de eso, ella regresa con Diego y Heinz vuelve a Alemania.
Nickolas Muray
Frida conoce al fotógrafo Nickolas Muray en México en 1931, y en repetidas ocasiones se reencuentran en San Francisco y Nueva York. Tuvieron una relación intermitente durante diez años
Frida escribió a Muray en París de 1939: “Mi adorable Nick, esta mañana, después de tantos días de espera, llegó tu carta. Me sentí tan feliz que, antes de comenzar a leerla, me puse a llorar. Mi niño, realmente no puedo quejarme de nada en la vida mientras tú me ames y yo a ti. Es tan real y hermoso que me hace olvidar todo los dolores y los problemas, incluso me hace olvidar la distancia”.
Isamo NoguchiEn julio de 1935, Frida partió a Nueva York y conoció al escultor y diseñador Isamu Noguchi, un hombre conquistador con quien pronto entablaría una relación amorosa, breve y fugaz. al poco tiempo regresaría a México a reconciliarse con Diego, pero Frida siguió frecuentando a Noguchi.
José Bartolí
Bartolí, un republicano que, saltando de un tren, había logrado escapar de las garras de la Gestapo y de un destino incierto en el campo de concentración de Dachau, se abrió paso como pintor y dibujante. Allí, en un hospital de la metrópolis estadounidense, conoció a Frida en 1946.
"Anoche sentía como si muchas alas me acariciaran toda, como si en la yema de tus dedos hubiera bocas que me besaran la piel.
Los átomos de mi cuerpo son los tuyos y vibran juntos para querernos. Quiero vivir y ser fuerte para amarte con toda la ternura que tù mereces, para entregarte todo lo bueno que haya en mi. y que sientas que no estás solo. Cerca o lejos, quiero que te sientas acompañado de mi, que vivas intensamente conmigo, pero sin que mi amor te estorbe para nada en tu trabajo ni en tus planes, que forme yo parte tan intima de tu vida, que yo sea tu mismo, que si te cuido nunca sera exigiéndote nada, sino dejándote vivir libre... Te quiero como eres, me enamora tu voz, todo lo que dices, lo que haces, lo que proyectas. Siento que te quise siempre, desde que naciste, y antes, cuando te concibieron. Y aveces siento que me naciste a mi. Quisiera que todas las cosas y las gentes te cuidaran y te amaran y estuvieran orgullosas, como yo, de tenerte. Eres tan fino y tan bueno que no mereces que te hiera la vida."
- Carta a José Bartolí, Frida kahlo, 29 de agosto de 1946.
La relación llegó a su fin a finales de 1949 pero Josep Bartolí nunca dejó de amar a Frida Kahlo por lo que guardó siempre sus cartas junto a él en su domicilio hasta que murió en Nueva York en 1995. Su familia vendió, años después de su fallecimiento, estos documentos que contienen recuerdos, flores prensadas y fotografías.
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