lunes, 2 de diciembre de 2019

HASTA LOS HIJOS DE PUTA MERECEN EL PERDON



Ayer, aprovechando que la lluvia nos dio tregua, salí a dar una vuelta. Entré en una pollería,
 
 de esas que te venden costilla, pollos y hasta croquetas, todo ya preparado para no perder el tiempo en cocinar ya pasadas las dos de la tarde. 



El número 90, me quedé cerca de la puerta, por lo menos para ver  la calle.  La gente entraba en el establecimiento sin parar, de repente me fijé en una cara...¿Isabel? Me quedé callada, mirándola para asegurarme.  "Hola"- dije...Ah hola ¿Que tal estás? ¡Que guapa! Mientras estabamos con esas conversaciones hipócritas que a veces tenemos las mujeres recordé años atras...


Isabel tenía un marido "el hijo de puta". Yo no lo conocí, ni sé como se llamaba, siempre que Isabel lo nombraba decía "el hijo de puta"-así que cuando yo encontraba a Isabel la asociaba con un hijo de puta. Menos mal que el subsodicho había hecho algo bien, según contaba Isabel, le había dejado un hijo muy, muy guapo y listiiiiiiiiisimo. 


Había pasado un tiempo sin verla cuando un día encontré una mujer vestida de negro de arriba abajo, de esos lutos que ni en la casa de Bernarda Alba se recordaban. Me abrazó llorando y muy sorprendida le pregunté que le ocurría- "Se ha muerto mi marido"- Yo no sabía que decir, estaba muy confusa - el "hijo de puta" ahora era un marido añorado


En la puerta de la pollería seguíamos con la conversación cuando me di cuenta que con ella estaba su hermana Paulina.  Esta, tras los besos y abrazos de rigor empezó a llorar. ¿Que te pasa? Pregunté- Se ha muerto mi marido. ¿Si? dije sorprendida. Me acordé  de un artículo que había leído en el periódico-"De que se mueren los médicos"-  ¿De que se murió? Pregunté- De un coma diabético, se cayó en la calle y ya no pudieron recuperarlo. 

A este si lo conocía, un médico muy atractivo y agradable.  Bueno, ya sabes que me había dejado por otra, pero yo lo quería, continuó Paulina...

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