miércoles, 23 de agosto de 2017

ISLA DE CORTEGADA


CORTEGADA
 La isla de Cortegada  uno de los últimos paraísos naturales, situada al fondo de la ría de Arousa, frente al pueblo de Carril, es posiblemente el mayor bosque de laureles de Europa

En Galicia hay una isla donde el bosque huele a laurel y a marisco, la más sabia combinación. 
Árboles centenarios esconden prados y tierras que fueron cultivadas en otro tiempo. Una ermita que se desmorona, un pueblo fantasma sin habitantes, un cruceiro que lo contempla todo. El bosque de laureles y la isla de Cortegada respiran misterio.
Además de las viviendas de los colonos existía, próximo a las mismas un santuario románico, que data de 1334, dedicado a las Virgen de los Milagros
 Al lado del santuario, ya a mediados del siglo XVII, se construye un hospital-lazareto  para proteger a la población de las epidemias que asolaban Galicia en aquel momento.


                                 PIRATA, REY Y SANTO


 Olaf Haraldson en el año 1014,  en su paso hacia Santiago se decantó por la isla de Cortegada como refugio para él y para sus tropas. Este terrible y sanguinario pirata vikingo, conocido como "el gallego" -tenía la intención de atacar la ciudad de Santiago de Compostela y hacerse con todos los tesoros de la iglesia, pero el Apostol con su abrazo redentor lo  convirtió al cristianismo y  llegó a ser rey de Noruega, donde predicó su nueva religión, llegando a ser patrono de este país escandinavo.



Su santidad se reconoció despues protagonizar algunos milagros. Uno de ellos fue recogido por las sagas nórdicas, que dicen que, después de muerto, un ciego se encontró con su cadáver en un cobertizo y que, al frotarse los ojos con su sangre, recuperó la vista.

El poblado en la isla estaba constituido por edificaciones construidas por los antiguos vecinos. Hoy todo está derruido, sus edificaciones en piedra han sido  invadidas por las hiedras, hierbas y brotes de laureles que le imprimen una visión fantasmagórica pero de una extraordinaria belleza.




 La isla pertenecía al Pazo da Gulpilleira, al que pagaban rentas los vecinos de la isla; pero en la primavera de 1908 el pueblo gallego se enteró  que el Rey Alfonso  XIII había aceptado complacido  la donación de la isla,  adquirida por suscripción popular,  con el fin de que construyera en ella su residencia de veraneo. 
Expropiada durante la II República, la isla pasaría a manos del Estado.  En 1958 es recuperada por D. Juan de Borbón, que la vende a una promotora inmobiliaria en 1978. Pretenden levantar allí un gran complejo turístico pero esta actuación es frenada por los vecinos del entorno.  La  idea de construir una urbanización de lujo no prosperó, la Xunta de Galicia y el Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa iniciaron un lento litigio con la intención de expropiarla y devoverla al pueblo.  Al fin, en 2002, sería incorporada al Parque Nacional y en 2007 fue comprada por la XUNTA DE GALICIA,  siendo hoy propiedad pública

LA LEYENDA DE  URCO-
Publicado en LA VOZ DE GALICIA

En las noches de tormenta de principios del siglo pasado, cuando el hambre quitaba más el sueño que el miedo al rugir de las olas, los vecinos de Carril despertaban de madrugada con el aullido del Urco. Cortegada ya estaba deshabitada; los colonos habían sido desahuciados tras la compra de la isla para regalársela al rey, pero como el rey nunca se interesó por sus propiedad, las malas hierbas y las alimañas empezaban a crecer por doquier. Según los parroquianos, entre esas bestias estaba el Urco, 
un perro negro e inmenso siempre portador de malas noticias que por la noche cruzaba a nado la ría para amedrentar al vecindario.

Era un temor más que padecían los niños de Carril y que se sumaba al hambre, la miseria y las penurias de aquellos años. El «que viene el coco» de otros territorios era, en la villa marinera, «¡mira que vai vir o Urco!», 
y los meniños se arrebujaban temblando bajo las raídas sábanas, de miedo y de frío, visualizando entre las sombras de la habitación la terrorífica figura del perro negro de dientes afilados, incapaces de dormir ante la amenaza pronunciada por el padre y por irse a la cama sin cenar tras haber rechazado el mendrugo reseso de días atrás.

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