Ayer, en casa de una amiga oí el canto de un buho y sentí un estremecimiento al acordarme de los incendios del 2006. Estuve en el "voluntariado contra o lume" y una mañana me senté un rato en el monte contemplando los esqueletos calcinados de los árboles, cuando, como una aparición se me acercó una yegua con un potro. No me tenía miedo, los animales no se dan cuenta que somos los humanos los principales depredadores de la naturaleza.
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