viernes, 17 de noviembre de 2017

Alfredo Lazzari


(1871-1949)Uno de los grandes maestros del arte argentino, quien inició a Benito Quinquela Martín y a Fortunato Lacámera entre otros. Hombre humilde y sencillo realizaba sus obras en pequeñas tabletas que provenían de cajas de habanos, pintaba del natural a la manera de los maquiaioli y su obra ha sido muy difundida en lo últimos años a través de muestras en distintos museos y en nuestras galerías.  

Proveniente de la Toscana, Lazzari llega a Buenos Aires a los veintiséis años contratado para ejecutar vitrales en la ciudad de La Plata. Aunque el encargo no llega a concretarse, se radica en el barrio de Barracas y hacia 1903 comienza a dar clases en la Sociedad Unión de La Boca.

Lazzari cuenta con una sólida formación académica y su pintura tiene la influencia de los macchiaioli italianos, trabaja sobre soportes de pequeño formato, particularmente tapas de cajas de cigarros de madera, cartones, tablitas, etc. Su mirada se dirige hacia los rincones suburbanos, los paisajes costeros y los interiores humildes.

Su propia producción como artista y su acción pedagógica serán decisivas para el desarrollo artístico de varios de los pintores nucleados en torno al barrio. Fortunato Lacámera, Benito Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, Santiago Stagnaro, Arturo Maresca, Camilo Mandelli y Vicente Vento, entre otros, serán sus discípulos y lo acompañarán en sus recorridos por las riberas del Riachuelo y la Isla Maciel, donde maestro y alumnos practicarán la pintura a plein air, tomando como motivo el paisaje natural.
La actividad desplegada por Lazzari se extiende por bares, tertulias y la mítica peluquería de Nuncio Nucíforo, reducto boquense donde se dan cita, además de sus alumnos, Guillermo Facio Hebequer y José Torre Revello.
Sin bien Lazzari transmite a sus discípulos métodos de aprendizaje propios de la academia, tanto su acción docente como su obra, introducen una alteración en el campo de la plástica argentina, ya que ambas se desarrollan en espacios alternativos y su visibilidad, hasta la década de los ‘30, se encuentra limitada, casi exclusivamente, a sus alumnos y amigos cercanos.

Tanto Fortunato Lacámera como Benito Quinquela Martín trabajan en el taller al modo pictórico de su maestro, a quien le dedican obras con emotivas frases junto a sus firmas. Los domingos, Lazzari cumplía la rutina de llevar a sus alumnos a recorrer las orillas del Riachuelo y la Isla Maciel para que tomaran contacto con el paisaje natural.


Historia del Arte Argentino

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