miércoles, 22 de julio de 2015

DESARRAIGO Y MOVILIDAD EXTERIOR


Hablaban esta noche en la radio de lo que el gobierno llama MOVILIDAD EXTERIOR y no es otra cosa que "tener que largarse del país por falta de trabajo".  Una mujer lloraba porque sus cinco hijos habían tenido que marcharse y ella se sentía sola. Tambien comentaba de su futuro, del desarraigo. Se formó un debate y salió el clásico diciendo que no debería estar triste, que sus hijos serían "ciudadanos del mundo".  Yo ya no pude dormir. Nos han acostumbrado a las frases tontas, algo que viene bien a la política manipuladora.  "Ciudadano del mundo" es el que se siente bien, el que tiene cierto dominio de la situación en cualquier sitio en que se encuentre pero eso no quiere decir que NO TENGA SU LUGAR .

Llamó un ciudadano español que había vivido en medio mundo y ahora residía en Costa Rica. Dijo que se sentía bien allí pero reflexionó: "el desarraigo siempre se paga". 




Emigrar supone un paulatino proceso de duelo, de reconocimiento y aceptación de la pérdida de vínculos primarios y referenciales en la vida de toda persona: la familia, los amigos, la cultura, la lengua. De por sí la emigración implica que se realicen dos exigencias simultáneas: la separación de lo anterior y la adaptación a lo nuevo.
Aunque las personas que emigran, aparentemente, siempre lo hacen a partir de una libre elección y con una serie de expectativas personales, sin embargo, la adaptación al nuevo lugar no siempre se logra de un modo exitoso e inmediato. Pero aún cuando dicha adaptación se consiga satisfactoriamente, puede convertirse en un motivo de angustia y desasosiego, sentimiento de soledad, añoranza y el miedo al fracaso pueden enturbiar sus vidas

¿Que nos van a contar a los gallegos de eso? De acuerdo que el mundo se ha empequeñecido, que no hay distancias pero no confundamos globalización con bienestar

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