martes, 28 de abril de 2020

ALFONSO ABELENDA ESCUDERO





( A Coruña, 05/10/1931 - 21/03/2019 )
 Precoz fue la vocación plástica de este personalísimo artista, ya que desde niño se vió ambientado por su madre, la pintora Pilar Escudero y la de su abuelo, el escultor Escudero, de gran fama en su momento. También su padre, médico, es excelente dibujante. Sigue las orientaciones del pintor Mariano García Patiño, hasta que se traslada a Madrid, para estudiar Arquitectura.


 Conoce a los arquitectos Molezún y Fernández Albalat, sus paisanos, que apoyan su vocación estrictamente plástica, también alentada por Tino Grandío y José Antonio Ozores. Prosigue su aprendizaje con Gutiérrez Navas y asiste a las clases del Casón del Buen Retiro, vivero de artistas incipientes. 


Realizó su primera exposición en A Coruña en 1954, con éxito considerable, y se une al grupo de artistas coruñeses que forman jóvenes que han de lograr fama muy pronto, como Labra, Tenreiro y Lago Ribera. Ya entregado a la pintura, sigue trabajando durante el periodo de su servicio militar en Marruecos, donde, auspiciado por la Unesco, realiza exposiciones en Tetuán, Tánger y Rabat. Hay en Abelenda una vena humorística de raíz goyesca que le conduce a la caricatura. 


Colabora en diversas publicaciones del género a partir de 1955, entre ellas Don José y la famosísima La codorniz, donde llega a ser una de las firmas más destacadas. Abandonados los estudios de arquitectura, regresa a Galicia y en Compostela se matricula en Ciencias Exactas. Tampoco ésta es su verdadera vocación, e intensifica sus trabajos de humor, que le dan fama junto a nombres como Puig Rosado o Ballesta. 


Viajero impenitente, recorre Europa y expone en Londres y París a principio de los sesenta. Vuelve a los estudios de Arquitectura y termina por inclinarse hacia la decoración, al tiempo que prosigue sus exposiciones en diversas ciudades de España. Participa en ferias mundiales de Nueva York y Bruselas.


 Su faceta humorística le proporciona la primera medalla en el Salón Nacional de Humoristas en 1968. En 1973 publicó un curiosísimo libro, síntesis de su vena satírica, titulado El Abelendario. Siempre ha sido un artista de muy difícil clasificación, ya que participa de los más diversos modos, e inclusive recurre a las recreaciones, que al fin hace expresiones propias, puesto que su personalidad es arrolladora. A Goya le ha dedicado preferente atención, dando visiones irónicas a personajes retratados por el genio aragonés que en el gallego se trasforma para participar de la espectacularidad y el intimismo, en una paleta caliente, lírica, a veces explosiva, sobre un dibujo como al desgaire y, sin embargo, tan firme, tan excelente. Se aproxima al expresionismo, dentro de una gesticulación amable en la que lo trágico o denunciador queda disimulado, arropado por la belleza formal de la apariencia, en ambientaciones deliciosas y sugeridoras, propias de un hombre de vasta cultura, que ha sabido asimilar siglos de arte y estética, para dar de ellos una visión actualizada, a un tiempo sinóptica y barroquizante, en la que, sin duda, se acusa su carácter gallego. Está representado en museos y colecciones institucionales de Galicia, de toda España, y de diversos países de Europa y América.

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