domingo, 13 de enero de 2019

EL AVISO DE ABUNDIO



Eran las siete de  la mañana, medio dormido se metió en el baño y maquinalmente cogió la maquinilla y comenzó a afeitarse


 Sacándose la espuma de la nariz, echó una mirada al espejo. El susto fue tal que casi se cayó de espaldas. Huyó hacia la ventana y separó la cortina. El sol todavía no había salido, las luces parpadeaban en el valle y aún sonaban los cantos de los grillos. Se calmó y volvió al lavabo. Miró de nuevo el espejo, no era una alucinación, allí estaba su hermano. ¿Que haces ahí? preguntó con voz entrecortada-


 -Quiero que cubras a María, respondió-
En la cabeza de Basilio, que así se llamaba el de la maquinilla, bullían imágenes. Se pellizcó para comprobar que estaba despierto.
 Su hermano Abundio estaba muerto, pero muy muerto, que el mismo lo había metido en la caja. Pero ¿que quieres? ¿que haces ahí?
-Que cubras a María, te repito. ¿Te has vuelto tonto?
 María estaba buena, eso estaba claro, habría que ser ciego para no darse cuenta uno de eso, pero era su cuñada, por su cabeza nunca había pasado traicionar a su hermano muerto.
 Pues tu verás so bobo- gritó Abundio, pero Jaime de Penelas está a punto de ponernos los cuernos

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