jueves, 16 de noviembre de 2017

BENITO QUINQUELA MARTÍN



Cuando era todavía un niño, Benito Quinquela Martín comenzó a trabajar en la carbonería que su padre adoptivo tenía en el barrio de La Boca. Poco tiempo después, hombrearía bolsas en el puerto, empapándose así de ese entorno al que, algunos años más tarde, retrataría como pocos.

Nombre esencial del arte argentino, reconocido tanto por los académicos como por los entornos populares.


 Benito Juan Martín fue un hijo de La Boca. Un día de marzo de 1890 las monjas lo encontraron frente a la puerta de la Casa de los Expósitos, un orfanato; es por eso que se desconoce su fecha exacta de nacimiento. Vivió allí hasta que más de seis años después fue adoptado por Manuel Chinchella y Justina Molina.
 
 A los 17 años se inscribió para tomar clases nocturnas de dibujo y pintura en una academia local con el que sería su único maestro: Alfredo Lazzari. 
 Hasta los últimos años de su vida, Benito Quinquela Martín siguió trabajando en su taller, nunca se fue de La Boca (o, mejor dicho, siempre volvía a ella después de sus viajes) ni se aisló de la vida de su barrio: sus puertas estaban abiertas y muchas veces él se paseaba entre los niños que asistían a la escuela que él ayudó a fundar.

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