lunes, 4 de abril de 2016

ABU SIMBEL



En el corazón del territorio nubio se encuentra la más hermosa y grandiosa construcción del faraón más grande de la historia egipcia. El templo fue dedicado a Amón. Ra, harmakhis y Ptah, pero en la práctica se ha dedicado a glorificar a su constructor, Ramsés II el Grande.


 Cuando se construyó la presa de Asuán, el templo corrió peligro de quedar sepultado bajo las aguas del lago. El caso tuvo resonancia mundial. Los dos templos rupestres de Abu Simbel, largos siglos despues de ser acariciados por las aguas del Nilo, quedarían sepultados bajo las aguas del lago Naser cuando el gobierno egipcio dio su aprobación al proyecto, en 1963.


 Ingenieros y arquitectos de todo el mundo se unieron a la campaña de salvamento. Una compleja operación se llevó a cabo: cortar los monumentos de piedra en bloques para ser colocados en un lugar más alto
 Fue una frenética lucha contra el tiempo, porque los trabajos comenzaron en abril de 1964 y a finales de ese verano las aguas crecían a un ritmo  más rápido de lo esperado. Se sacaron 1.036 bloques con un peso medio de 30 toneladas, cada uno, a los que hay que sumar otros 1.112 extraídos de la roca en torno a los templos. Se realizó la obra más fantástica  que jamás se había visto en la arqueología.


 Mas allá del increible trabajo técnico llevado a cabo, lo más importante es como en marzo de 1960, se hizo un llamamiento a todas las naciones para salvar unos monumentos de la antigua civilización. Muchos países, incluso en guerra, arrimaron el hombro para que estos templos fuesen salvados. Por primera vez la humanidad entendió el lenguaje universal del arte


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