domingo, 23 de marzo de 2025

"shunga", arte erótico japonés

 

El término shunga significa imágenes de primavera, un eufemismo para referirse al acto sexual, que engloba la ingente producción gráfica, sexualmente explícita, realizada en Japón entre 1600 y 1900, que ha influenciado a formas modernas de arte como el manga, el anime o el arte del tatuaje japonés.

El shunga no es pornografía vulgarmente obscena y degradante, sino que celebra una actividad natural del ser humano, con cierta sensibilidad, diversión y un refinamiento propio de los grandes maestros, entre ellos Utamaro y Hokusai. En estas estampas eróticas tanto el hombre como la mujer disfrutan del placer sensual en todas sus formas, generalmente representados con unos genitales desproporcionados y en ocasiones situados en escenarios floridos o bucólicos. En una colorida lámina perteneciente a la serie Ilustraciones eróticas para los doce meses (c.1788), de Katsukawa Shuncho, aparecen un marido y una mujer practicando sexo junto a una ventana en pleno verano y escuchando el llanto de un cuco.

En la Europa contemporánea (desde finales del siglo XVIII) las prohibiciones religiosas y la moralidad dominante forzaron una división absoluta entre arte y pornografía. En Japón regían las estrictas leyes del confucianismo, pero la vida privada no estaba tan controlada. La sexualidad femenina fue fácilmente reconocida y el sexo entre dos hombres fue aceptado en ciertos contextos sociales. 

Los hombres eran los principales productores y consumidores del shunga, pero también tenía una gran aceptación entre el público femenino. Desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX -tras la apertura a Occidente por parte de Japón- el shunga fue apartado del ámbito popular y académico de Japón y se convirtió en un tabú. Resulta irónico, pero en esta época fue descubierto y coleccionado con entusiasmo por artistas europeos y estadounidenses como Tolouse-Lautrec, Aubrey Beardsley, John Singer Sargent o Picasso.






lunes, 17 de marzo de 2025

Eco y Narciso

                                               Eco y Narciso - John William Waterhouse 
                             

Narciso era un joven apuesto de la ciudad de Tespias, en Beocia, y generalmente se le consideraba hijo de Endimión y Selene.

Siendo aún niño, el vidente ciego Tiresias profetizó que Narciso solo tendría una larga vida mientras no se conociera a sí mismo
Narciso se convertiría en cazador de ciervos, pero su belleza le granjeó numerosos admiradores, tanto hombres como mujeres, mortales e inmortales.
Narciso - Adolf Joseph Grass 

Una de las admiradoras de Narciso era Eco, la cual, tras ser maldecida por Hera a repetir palabras, vagaba por Beocia y vio al joven Narciso mientras cazaba, enamorándose al instante de él.
Sin voz propia, Eco no pudo llamar a Narciso, pero finalmente el sintió que lo observaban y la llamó. Eco no pudo responder a la pregunta "¿Quién anda ahí?" y solo pudo repetir las palabras de Narciso.
Eco abandonó su escondite y se encontró cara a cara con Narciso. Narciso era incapaz de amar a nadie más que a sí mismo, y Eco fue cruelmente rechazada. Eco huyó a los bosques de la montaña y se desvaneció, dejando solo los restos de su voz.
La muerte de Narciso - François-Xavier Fabre 
Némesis, la diosa griega de la Retribución, escuchó las palabras y observó el cruel rechazo de Narciso hacia otros, e intervino.
Cuando Narciso llegó a un estanque en Tespias para beber de sus aguas, el joven vio su propio reflejo en el estanque y se enamoró de si mismo. Moriría de pena junto al estanque, a pesar de las súplicas de las náyades y las dríades que lo veían consumirse.
Narcissus - Caravaggio
Las ninfas construyeron una pira funeraria para Narciso, pero cuando fueron a depositar el cuerpo del apuesto joven sobre ella, no pudieron encontrarlo, pues solo quedaba una flor, la flor de Narciso.
Finalmente, Eco también comenzó a consumirse. Aunque era inmortal, su cuerpo se desvaneció y sus huesos se convirtieron en piedra hasta que todo lo que quedó fue el sonido de su voz.

jueves, 13 de marzo de 2025

FAETÓN

                                     La caída de Faetón Jan Carel van Eyck,

                       FAETÓN

Faetón era hijo de Helios y de la oceánide o ninfa marina Climene. Creció en Egipto bajo la supervisión de su madre. Cuando Faetón era joven, le decían que no era hijo del dios del sol y que su madre le había mentido sobre su origen. 
               
La caída de Faetón - Peter Paul Rubens

Faetón salió a buscar a su padre y finalmente lo visitó en su reluciente palacio en la parte oriental del mundo, que había sido lujosamente decorado con oro, plata y marfil. El dios del sol le dio una cálida bienvenida y Faetón le pidió una prueba irrefutable de que era su padre. Entonces el joven le pidió montar en su cuadriga y recorrer los cielos durante un día. Helios sólo le aconsejó tener cuidado, porque se exponía a sí mismo y al mundo a un gran peligro, ya que sólo él sabía dirigir su cuadriga y los caballos que la llevaban. Pero Faetón, entusiasmado, no quiso oír a su padre y éste le cedió la cuadriga.
                                Hendrik Goltzius


Helios se entristeció mucho al oír que su hijo había muerto y, como consecuencia, la tierra pasó un día en penumbra. Las hermanas del difunto fueron a visitar el cadáver de su hermano, una de ellas al arrodillarse se quedó paralizada, la segunda intentó ayudarla, pero sus manos se estaban volviendo ramas, mientras que la tercera, vio cómo sus piernas se convirtieron en raíces, las tres se convirtieron en árboles productores de ámbar.
                            
"Phaethon and Apollo"  Giovanni Battista Tiepolo

Inmediatamente después de partir perdió el control de las riendas y la cuadriga se desvió, causando el pánico entre las constelaciones del firmamento. Poco a poco se aproximó a la superficie de la tierra, abra­sando ciudades, países y montañas. Gaya sufrió una dolorosa agonía y pidió ayuda a Zeus. El rey de los dioses sabía que había que intervenir rápido y derribó al auriga con uno de sus rayos. El joven fue a parar al río Eridano  y se mató.


miércoles, 12 de marzo de 2025

SIGLO DE ORO ESPAÑOL






El siglo XVII fue de profunda crisis económica en la península ibérica; sin embargo, recibió el apodo de Siglo de Oro en el terreno religioso, cultural, artístico, literario, etc. La Reforma católica tuvo sus principales teólogos en España y sus postulados rigieron la codificación artística en nuestro país más allá que en cualquier otra nación del ámbito católico europeo.


A esta situación contribuyó el hecho de que el absolutismo monárquico predominante en toda Europa se viera más atenuado ante el poder eclesiástico. Tal situación influye de manera determinante sobre las artes, que serán encargadas en un 90% por la Iglesia, lo que marca el predominio del tema religioso en detrimento de la mitología, pinturas de guerra y profanas. 


Los óleos encargados son con frecuencia de gran tamaño; emplean colores vivos y muy variados, resaltados por varios focos de luz que provienen de todos los lados, contrarrestándose unos a otros, creando grandes sombras y zonas iluminadas. Los personajes aparecen en posturas muy dinámicas, con rostros y gestos muy expresivos puesto que el Barroco es la época del sentimiento.

Las composiciones grandiosas, con personajes vestidos ricamente, en alegorías religiosas o mitológicas, las grandes escenas de corte o de batalla, son los ejemplos más evidentes del arte barroco. Sobre este tema en particular resulta muy conocido el cuadro de Velázquez llamado Las Lanzas.


o sus principales teólogos en España y sus postulados rigieron la codificación artística en nuestro país más allá que