El aria nº 39 de La Pasión según San MateoBW244, Erbarme dich mein gott –Apiádate de mí, Dios Mío–
es uno de esos ejemplos de la capacidad que tiene la música para
emocionar. Desde el principio. Antes de que la contralto abra la boca y
comience a cantar, el violín y la orquesta nos trasladan a un ambiente
de extraordinario recogimiento y nos dirigen, poco a poco, sin prisas, a
la espera de la voz que inicia la humilde plegaria, Ten piedad de mí, Dios mío.
Una sensación de fuerza sorprendente a la que Johann Sebastian Bach,
hombre profundamente religioso, nos lleva con extraordinaria maestría.
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